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El pacto de E.ON con Bruselas pone en jaque a las grandes eléctricas europeas

La compañía alemana venderá su red de alta tensión para evitar multas

Andreu Missé

El pacto de E.ON con Bruselas, por el que el gigante alemán se compromete a vender sus redes de transmisión y el 20% de su capacidad de generación (4.800 MW) a cambio de no sufrir sanciones ha dejado consternados a los Gobiernos de París y Berlín y en una débil posición a los grupos franceses de electricidad (EDF) y gas (GdF) y al alemán RWE, que temen que se les obligue a seguir su ejemplo.

La Comisión investiga también a la francesa EDF y a la alemana RWE

Tanto EDF como RWE se encuentran en estos momentos bajo investigación de la Comisión Europea. Pero ambas han afirmado que E.ON se ha precipitado, y que no están dispuestas a aceptar el modelo llamado unbundling que busca segregar las actividades de generación y de distribución de electricidad.

Bruselas, estimulada tras la rendición de E.ON, redoblará ahora sus esfuerzos para lograr que los demás grandes grupos sigan por este camino. "Lo que ha hecho E.ON me parece muy bien. Espero que los demás hagan lo mismo", señaló el comisario de Energía Andris Piebalgs.

El giro de 180 grados que ha dado E.ON sólo puede entenderse por la gravedad de los dos expedientes que pesaban sobre la compañía. Fuentes comunitarias señalan que tras los registros por sorpresa efectuados el año pasado, por orden de la comisaria de Competencia, Neelie Kroes, los funcionarios "podrían haber encontrado pruebas concluyentes de que la empresa había subido los precios de manera artificiosa", según fuentes comunitarias.

El presidente de la eléctrica, Wulf Bernotat, se desplazó a Bruselas hace cinco meses para clamar contra los planes de la Comisión para acabar con las posiciones de dominio. Bernotat afirmó entonces que la separación de empresas "no producirá una reducción de precios, ni un aumento de las inversiones en las redes para aumentar la seguridad, ni más competencia".

La decisión de E.ON de aceptar las tesis de la Comisión ha dejado en una situación muy comprometida a EDF, aunque sus circunstancias no sean las mismas. "El acceso de terceros a la red en Francia es actualmente justa y no discriminatoria, aunque ERT, (gestora de la red), sea propiedad en un 100% de EDF", señalan los expertos Jean Michel Glachant y François Lêvêque. Pero admiten que esta situación puede ser distinta en el futuro si "hay un regulador menos exigente" o "un presidente más intruso".

Para Bruselas lo inquietante de Francia es el marco de regulación de las tarifas, que considera ilegal desde 2003, porque suponen precios comparativos muy bajos al haberse fijado sobre la base de los costes de generación nuclear de grupos antiguos y ya amortizados. Esta situación impide la entrada de nuevos competidores pero también dificulta a la empresa francesa construir nuevos grupos que ya no son viables por los nuevos costes muchos más elevados (3.000 millones por grupo nuclear) con esas tarifas.

En el consejo de la semana pasada, Letonia se descolgó del grupo de aliados de Alemania y Francia que ahora se ha reducido a Austria, Bulgaria, Grecia, Luxemburgo y Eslovaquia. Este grupo había presentado una tercera vía, para permitir a las compañías conservar la propiedad de sus redes de distribución al mismo tiempo que se adoptan medidas para incrementar su independencia.

Pero las investigaciones de Kroes han desplazado el debate económico sobre las ventajas del unbundling y propiciado soluciones pragmáticas que eviten multas siderales.

No parece que sea necesario esperar al consejo de junio para conocer el resultado. La canciller alemana, Ángela Merkel, tiene mucho que decir. Se lamenta de no haber sido advertida a tiempo del cambio de E.ON, pero aunque reconoce que "esto no reforzará nuestra posición de negociación, tampoco la hace imposible".

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