Fin de la 'era Krens' en el Guggenheim
El director de la fundación deja Nueva York para construir la sede de Abu Dabi
Tan alabado como criticado y temido, Thomas Krens, director de la Solomon R. Guggenheim Foundation, anunció ayer su retirada tras casi dos décadas al frente de una institución bajo cuya batuta ha experimentado la mayor expansión de su historia. Acostumbrado como pocos a imponerse retos imposibles, su nuevo destino será Abu Dabi, donde como consejero de asuntos internacionales de la fundación, supervisará la construcción de la sexta sede del museo (tras las de Nueva York, Bilbao, Venecia, Berlín y Las Vegas), un proyecto desmedido y de sesgo imperial que llevará hasta el corazón del desierto del que emerge Abu Dabi un nuevo edificio de Frank Gehry. Todo en torno a él resulta superlativo: ocupará 42.000 metros cuadrados y se inaugurará en 2012.
Desde su llegada en 1988, el imperio ha multiplicado su valor por seis
"Queremos crear el mejor museo de arte contemporáneo del mundo"
Responsable de la construcción de las sucursales de Bilbao y Las Vegas, y de exposiciones tan discutidas como la dedicada al modisto Armani o la titulada El arte de la motocicleta, que llenó de delirios moteros el museo, el polémico director se ha despedido además comisariando otra de sus extravagantes muestras: la teatral y sorprendente retrospectiva dedicada al artista chino Cai Guo-Qian. En ella, los lobos disecados se despeñan en masa por la pendiente circular del edificio ideado por Frank Lloyd Wright para el Guggenheim de Nueva York y los coches sugieren explosiones en el cielo como, quién sabe, una metáfora de la despedida de este gestor cultural cuya influencia en el mundo del arte será recordada durante décadas.
Desde su llegada al frente de la fundación en julio de 1988, la dotación del imperio Guggenheim ha pasado de 20 a 118 millones de dólares. Aunque no todo han sido éxitos. Las polémicas decisiones de Krens también le han hecho perder a su benefactor más importante, Peter B. Lewis. El filántropo, que llegó a donar 77 millones de dólares a la fundación, protagonizó una tensa lucha con el director que concluyó con la salida de Lewis del consejo del museo hace tres años. Las acusaciones de excesivo le volvieron a llover sobre Krens entonces. Se le acusó de gastarse dinero en proyectos ególatras para la expansión del museo y de haber relegado al abandono la sede neoyorquina del Guggenheim.
Las críticas también han llegado de casi cualquier ámbito del mundo del arte, en el que se ha comparado sus proyectos de expansión con una franquicia tipo McDonald's. Su afán de omnipresencia y la fe ciega en introducir en el museo objetos -como las motocicletas- aparentemente extraños a este mundo forman parte de un modelo que a la postre se está imponiendo en los museos de todo el mundo. El propio Guggenheim de Bilbao, al que se acusó de ser un bonito envoltorio sin nada dentro, ha resultado ser uno de sus grandes éxitos comerciales, con más de un millón de visitantes anuales.
Y es ese éxito comercial el que siempre guió los designios de Krens. Aunque no sólo de dinero ha vivido su gestión. Bajo su mandato, la Fundación Guggenheim también ha conseguido ampliar su colección en un 60%, con adquisiciones como la colección Panza de Biumo dedicada al arte minimalista, cuadros impresionistas procedentes de la colección de Justin Thanhauser y encargos específicos a artistas como Jeff Koons, Richard Serra, James Rosenquist, Louise Bourgeois y Gerhard Richter cuyas obras a medida han pasado a engrosar los fondos de la fundación. Krens no se dedicará por entero al proyecto de Abu Dabi hasta que el consejo de dirección del museo no encuentre un sustituto, aseguró ayer. "La dirección de la Fundación Guggenheim es uno de los puestos más importantes dentro del mundo de las instituciones museísticas del mundo por eso es necesario encontrar alguien a la altura del talento y las capacidades de Krens", declaró el Consejo de Directores de la Fundación en un comunicado. Se espera que la búsqueda de sucesor sea "intensiva" pero de momento no se manejan nombres concretos.
En el aire también queda el nombre del director de la sede del Guggenheim de Nueva York, que perdió a su responsable, Lisa Dennison, hace unos seis meses por supuestos problemas con Krens y que todavía no había sido reemplazada.
En cuanto al futuro de este gestor-empresario-visionario, hasta en su declaración oficial de despedida ha dejado traslucir su mayor virtud, -o defecto-: su ambición: "El objetivo y la escala del Guggenheim de Abu Dabi es verdaderamente espectacular. Vamos a programar y a coleccionar para lo que yo espero que sea un nuevo modelo para un museo universal contemporáneo. Y tengo ganas de trabajar otra vez con Frank Ghery para crear un nuevo capítulo en la evolución del museo de arte público. Esperamos crear un diseño sobrecogedor que resolverá las necesidades de los rápidos cambios y de la expansión del mundo del arte. Nuestro objetivo es hacer algo completamente nuevo, el mejor museo de arte contemporáneo del mundo".
Babelia
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