Derecho a la perplejidad
A veces los ciudadanos tienen derecho a quedarse perplejos ante la actuación de sus instituciones y de sus políticos. Ayer, por ejemplo, los miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) se concentraron a la puerta de su sede para expresar su repulsa por el asesinato en un solo día de cuatro mujeres, víctimas de la violencia machista. Sin duda, la intención de los miembros del CGPJ es buena y refleja su gran sensibilidad, pero la verdad es que los ciudadanos nos quedamos un poco confusos ante la idea de que los jueces se manifiesten contra los asesinos de mujeres (tan desconcertados como cuando se manifiestan, por ejemplo, contra los atentados terroristas). Normalmente, somos los ciudadanos los que nos manifestamos ante las instituciones para pedirles mayor sensibilidad o más medios para atajar un problema determinado. Precisamente ayer varias asociaciones de mujeres acusaron a los profesionales de la Justicia de no dedicar suficientes esfuerzos para aplicar la ley contra la violencia de género. Protestan, con mayor o menor razón, contra el CGPJ, y eso se entiende. Pero, ¿contra quién se han manifestado los miembros del Consejo?
En otro orden de cosas, produce también cierto desconcierto saber que esta noche se va a celebrar otro debate electoral, televisado en directo por TVE, y que son los propios partidos los que no parecen darle la menor importancia. Se trata de un debate a siete, de acuerdo con las normas que impone la Junta Electoral a las cadenas públicas, y acudirán los representantes de todos los grupos que han tenido presencia en el recién disuelto Congreso de los Diputados. Seguro que nadie espera una audiencia parecida a la del cara a cara del lunes, pero una cosa es eso y otra que los partidos lo tomen con tan poca seriedad que no se molesten ni siquiera en enviar a sus segundos espadas. Sin menoscabo de la personalidad de los participantes, sin duda muy respetable, se diría que todo el mundo, grandes y pequeños, han tomado este debate como un puro trámite. La cosa es que quizás allí sí se termine hablando de la violencia contra las mujeres. Quién sabe. Todo es posible.
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