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Análisis:ELECCIONES 2008 | El primer cara a cara
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Agresiones y dolimientos

Nunca se sabe que es mejor si el relajo o la tensión. El candidato del PP, Mariano Rajoy, se fue relajando, se sintió crecido y acabó pasándose en la dosis de agresividad acusando a José Luis Rodríguez Zapatero de haber agredido a las víctimas del terrorismo. Luego, cuando Rajoy se agarró a las cuartillas preparadas en el último turno, se aplicó a una narración ñoña sobre una niña naciente de la que fue describiendo sus progresos y a la que por fin abandonaba cuando el cuento llegaba al momento en que ya era mujer madura con títulos académicos, idiomas, empleo, experiencia viajera por el mundo y sintiéndose orgullosa de España.

El candidato José Luis Rodríguez Zapatero ha traslucido en su cara la imagen doliente de quien se siente tratado con desconsideración y con injusticia. El candidato Mariano Rajoy, que ha sido el campeón de todas las crispaciones, de todas las mendacidades hasta el paroxismo del 11-M, de todas las instrumentaciones partidistas del terrorismo y de sus víctimas, se presentó ante las cámaras como el dispensador de la racionalidad sin renuncia a explotar algunas bajezas xenófobas. El candidato Rodríguez Zapatero tan amante del zig-zag quiso presentarse anoche como el máximo campeón de la coherencia, que tampoco es la asignatura en la que brilla a mayor altura.

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La primera medida del éxito será registrada en términos de magnitud de la audiencia y share alcanzado. Los hagiógrafos de ocasión superaron el umbral del ridículo. Las encuestas serán una vez más la voz de su amo o, mejor, de su pagador. Pero tantas precauciones para cubrir los fallos de los espadas no han podido impedir que se cantaran entre ellos las verdades del barquero y confirmaran la incompatibilidad con la que se han distinguido a lo largo de toda la legislatura. La realización ha querido aproximar a los más depurados patrones antitelevisivos. Quedaron excluidos los contraplanos que hubieran podido reflejar el impacto del hablante sobre su interlocutor. El body language perceptible se ha querido que fuera sólo el que acompaña a la expresión oral de quien interviene en cada momento sin referencia alguna al escuchante simultáneo.

José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, llegaban al debate saturados de consejos y asesorías pero al final se deslizaron hasta ser ellos mismos, fueron incapaces de dominarse o de escuchar al adversario, aunque siempre eludiendo respuestas claras a las cuestiones más candentes. Todo su esfuerzo tendía a fortalecer la propia iniciativa y a reclamar la propia credibilidad. Cada uno traía preparados de casa las obsesiones y los mensajes para lanzar en aras de convencer a los suyos. Después de los primeros días de mítines y rosas, anoche Zapatero y Rajoy entraron en el cuerpo a cuerpo, se han calentado buscando el hígado del adversario. Se llamaron mentirosos y se presentaron como merecedores de credibilidad. A Rajoy le ha perdido el consejo de los suyos de mostrarse como es: apuntarse al triunfalismo de la catástrofe, al pase del desprecio y a la sospecha sobre el inmigrante. Zapatero prefería interrumpir el apocalipsis y acababa gustándose en un cierto papel de víctima.

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