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Reportaje:La carrera hacia la Casa Blanca

Es la hora del 'Obama hispano'

Un abogado de raíces españolas lidera el vuelco electoral de los latinos en Tejas

Antonio Caño

El miércoles 20 de febrero fue un día especialmente ocupado en la vida de Rafael Anchía. Por la mañana, en su doble condición de presidente nacional de NALEO, la Organización de Cargos Electos Latinos, y de promotor de la campaña de Barack Obama en Dallas, se reunió en esta ciudad con el candidato demócrata para ponerle al día sobre la tendencia del voto hispano. Después participó con él en un mitin. Más tarde atendió algunos asuntos pendientes en su oficina del despacho de abogados Haynes and Boone, uno de los más prestigiosos y con mejores sueldos de Dallas. Y, por último, acudió a un centro comercial de las afueras a una presentación del influyente semanario Texas Monthly, que ha pronosticado que Anchía será el primer gobernador hispano de Tejas. Y no tuvo más trabajo gracias a que está actualmente en receso la Cámara de Representantes del Estado, en la que ocupa un escaño del Partido Demócrata.

Rafael Anchía, de 39 años, tiene muchas similitudes con Obama
En tres semanas, la ventaja de Hillary entre los hispanos ha caído 10 puntos
La prensa augura que este nieto de pastores vascos llegará a gobernador

Rafael Anchía es ya un personaje popular en Tejas, un territorio más extenso que el de la península Ibérica. En sólo siete años de actividad política, su nombre es citado como sinónimo de futuro y su participación es requerida como garantía de éxito. Y todo le ha llegado así, casi de repente. "No soy tan ambicioso como para tener un plan", asegura, rodeado de cuero y caoba, en las oficinas de Haynes and Boone. Sin embargo, asomado a las cristaleras de la majestuosa torre transparente, Anchía señala el horizonte de esta ciudad inacabada como el que marca el terreno que algún día dominará.

Nieto de pastores vascos e hijo de un pelotari de Markina, Anchía conoce la emigración y el desarraigo mejor que los códigos legales. No le amedrentan los retos ni el sacrificio que éstos requieren. Ha tenido ambición suficiente como para llegar hasta aquí y cuenta con la complicidad de su mujer, Marisa, la hija del juez de un condado del norte de México, para ir más adelante.

"Cuando vimos lo que se venía encima, yo le dije a mi mujer que podía dejarlo, que jamás había pensado dedicarme a la política y que no estaba dispuesto a sacrificar a mi familia por ello. Lo discutimos y, finalmente, ella me dijo: 'Adelante, se te ve disfrutar con el servicio público, no lo dejes".

Ahora, la CNN le pide opinión sobre los debates electores, firma autógrafos en la calle y deja circular, sin confirmarlos y sin desmentirlos, los rumores que le vaticinan la alcaldía de Dallas, la gobernatura y quién sabe si algún día una candidatura presidencial.

Rafael Anchía tiene muchas similitudes con su admirado Obama. Nacido en Miami, adonde sus padres llegaron desde México y España después de muchos avatares, conoció las divisiones entre los propios hispanos, las barreras raciales y culturales que separan a la comunidad mexicana, a la que pertenece por parte materna, y la cubana, entre la que se crió. Es una etapa que recuerda en cierta medida a la infancia de Obama en Hawai, la de su confusión racial.

Llegó a Dallas en 1986 con una beca de estudios, acento cubano y raíces españolas. La mayoría mexicana de esta ciudad le llamaba El Cubano y todavía algunos hoy dudan de que no lo sea. Su conformación racial, esencialmente blanca, lo distingue de los líderes mexicanos que normalmente han dominado el voto hispano en este Estado. Y su discurso político, menos victimista, más claro, más positivo y más futurista, también es diferente -sus enemigos dicen que es un republicano encubierto-. Ha hecho su carrera, todavía corta a sus 39 años, derrotando en las urnas a viejos dirigentes mexicanos, como Obama tuvo que enfrentarse electoralmente al Black Power. Cuenta con las simpatías de los votantes negros y, a juzgar por los augurios que se le hacen, es popular también entre los anglosajones, de los que es imposible distinguirle racialmente.

Su periodo en Dallas -como Chicago para Obama- es el de la mexicanización de Anchía. Vivió con mexicanos, conoció a los mexicanos y adquirió acento y nacionalidad mexicanos. Pero, así como Obama es un negro no tan negro para los blancos y suficientemente negro para los negros, Anchía es un hispano, de perfecto español y gran conocimiento de las diferentes culturas con ese idioma, pero que racialmente forma parte de la mayoría blanca. Es, en pocas palabras, la integración perfecta que hubiera elaborado una computadora para hacer presidente a un hispano. Una computadora, además, diseñada en España, país en el que mantiene familia y contactos. "No es casualidad que decidiéramos casarnos en Fuenterrabía", recuerda.

Anchía es todavía, no obstante, una figura relativamente heterodoxa entre la comunidad hispana. Una prueba de ello es, precisamente, su apoyo a Obama, cuando la mayoría de los líderes locales latinos de Tejas respalda a Hillary Clinton. Y lo ha hecho porque cree que, "después de los años de división vividos, el país necesita a alguien con capacidad de conciliar". "En el caso de Obama, el símbolo es mayor que la persona", afirma. "Obama es un símbolo impresionante para demostrarle al mundo que todavía somos grandes".

Aunque las encuestas le contradicen, Anchía confía todavía en que Obama pueda ganar en Tejas: "Si conseguimos pasar del 40% entre los hispanos, gana seguro".

"El problema de los hispanos con Obama", opina, "es de simple desconocimiento, no de racismo". "De hecho, Obama avanza entre los hispanos considerablemente a medida que se le conoce. Hace tres semanas, Clinton estaba por delante 70 a 30; hemos avanzado casi 10 puntos".

La identificación de Anchía con Obama tiene que ver, sobre todo, con lo improbable de ambas trayectorias, dos hijos de inmigrantes catapultados por su esfuerzo. "No hay duda de que ésta es la confirmación de que el sueño americano todavía existe, es la prueba, como dice Obama, de que sí se puede".

Rafael Anchía viste una camiseta de baloncesto con su propio nombre en la espalda en el Parlamento de Tejas en mayo de 2005.
Rafael Anchía viste una camiseta de baloncesto con su propio nombre en la espalda en el Parlamento de Tejas en mayo de 2005.AP
Barack Obama posa junto a Rafael Anchía durante un acto electoral.
Barack Obama posa junto a Rafael Anchía durante un acto electoral.

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