Toros de laboratorio
El futuro sugerido por las utopías biotecnológicas más sonoras, desde la reflexiva y terrible Un mundo feliz hasta Parque Jurásico se aproxima a gran velocidad e impregna lo más rancio de la cultura popular hispánica. Viagen, una empresa de Tejas, se dispone a clonar un toro de lidia utilizado como semental que es propiedad del ganadero español Victoriano del Río. La clonación es hoy un acontecimiento casi cotidiano; con unas muestras de piel y un laboratorio decente se puede reproducir un toro de lidia y cualquier otro animal que tenga interés sentimental o rentabilidad para su dueño. Para Victoriano del Río, su toro semental "no tiene precio", dadas las crías de casta excelente que aporta a su ganadería y por eso quiere clonarlo. Viagen, como hacen casi todas las empresas, ha puesto precio a lo que no lo tiene y cobrará 17.500 dólares por copiar a Alcalde, que así se llama el semental.
Un bromista malintencionado podría deducir que si se puede clonar un toro de lidia, también se puede hacer con los caballos -de hecho Viagen tiene el proyecto de hacerlo para una ganadería portuguesa- y, en el futuro, si la biotecnología lo permite y la autoridad no lo impide, podrían multicopiarse toreros, picadores, areneros, monosabios y subalternos. El arte de Cúchares quedaría a salvo del deterioro de los siglos y del cambio de costumbres como un insecto atrapado en un cubo de metacrilato. Un parque celtibérico.
Pero la clonación de un toro de lidia plantea dudas inmediatas. Por ejemplo, la de si puede clonarse el pundonor y el trapío de un toro o si la bravura requiere además que el ejemplar clonado se críe en libertad por extensos latifundios cubiertos de pasto y salpicados de encinas. Que los expertos en castas lo aclaren de inmediato. En cualquier caso, las proezas de Viagen debilitan uno de los grandes argumentos que los protaurinos más acendrados arrojan a la cara de los antitaurinos, el muy ecológico de que la fiesta nacional garantiza que el toro de lidia no se extinga. Bueno, lo que salva al toro no es la ecología, sino el negocio taurino. Viagen siempre estará al quite, por 17.500 dólares, para que el toro bravo sea eterno.
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