El general sin límites
El general Mena ha cambiado el ejercicio de las armas por el de las letras. Es una pirueta arriesgada, sobre todo cuando el ejercicio de las letras explica lo que se pretendía con el de las armas. Según ha relatado el general en el libro que presentó en el Casino Militar de Madrid ante 200 oficiales retirados, Militares, los límites del silencio, el 26 de octubre de 2005 creyó llegado un momento decisivo en su vida castrense y, entonces, tomó la importante resolución de dirigir una arenga secreta a sus compañeros del Consejo Superior del Ejército. Tranquiliza comprobar que fue, en efecto, secreta, porque al menos en eso se demuestra que el general Mena conocía su deber de militar, y que sabía que para un oficial en activo no es el silencio lo que tiene límites, sino las arengas. Mucho más cuando, como era su caso, contaba con 30.000 hombres en las distintas unidades bajo sus órdenes.
Una de las frases más singulares pronunciadas en aquel cónclave reservado del año 2005 fue: "Si esto se produce, alguien tendrá que decir algo". Como reflexión en boca de un oficial del Ejército resulta llamativa: es tan polivalente que podría utilizarse como respuesta ante cualquier circunstancia imaginable. En aquella ocasión, el general Mena se refería a la negociación del Estatuto catalán. Pero si no hubiera llegado su cese, el general Mena habría terminado por convertirse en autoproclamado centinela del sistema democrático. La lógica implícita en una reflexión de tan amplios horizontes llevaba a poner en sus manos la decisión de lo que puede producirse y lo que no.
La "regeneración democrática" es la gran preocupación con la que el general Mena entretiene ahora su retiro. Si esta declaración es sincera, y nada parece indicar que no lo sea, seguro que entonces comprende, y hasta aplaude, las razones de su cese. Apartar a los generales que franquean los límites, no del silencio, sino de las arengas, es una medida irrenunciable para que la democracia no degenere y no sea preciso, así, regenerarla. En este caso, además, se ganaba un inofensivo ciudadano para el ejercicio de las letras. Aunque se perdiera un militar lenguaraz.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Opinión
- Pronunciamientos militares
- José Mena Aguado
- Declaraciones prensa
- Reformas políticas
- Estatut Cataluña
- Ensayo
- Estatutos Autonomía
- Golpes estado
- Política autonómica
- Fuerzas armadas
- Literatura
- Gente
- Conflictos políticos
- España
- Partidos políticos
- Política
- Sucesos
- Defensa
- Sociedad
- Cultura
- Estatutos
- Normativa jurídica
- Legislación
- Justicia