Miles de personas exigen a la Xunta que defienda el entorno
Los manifestantes piden al Ejecutivo gallego que cuide el medio ambiente
El bipartito ya tiene su propio Nunca Máis. La plataforma Galicia non se vende reunió ayer en su bautizo en Santiago a 5.000 personas (según cálculos de la Policía Local) que se manifestaron "en defensa del territorio". Todo el que sufre un problema medioambiental en Galicia y espera que la Xunta se lo resuelva o que "al menos no lo agrave", estuvo representado. A la cabeza de la marcha, un gasero de cartón guiado por 10 integrantes del Comité de Emergencia de Ferrol animaba la movilización con festivas coplas contra la controvertida ubicación de la planta regasificadora que el Gobierno de Fraga autorizó en la Ría de Ferrol. El barco, el Estoupamos todos [estallamos todos], maniobró descoordinado hasta entrar en la Praza da Quintana, rodeado de árboles humanos llegados de Vigo que pedían no ser talados.
Muchos metros por detrás, las siglas de los colectivos ecologistas, Greenpeace, Adega Verdegaia y otras asociaciones vecinales improvisadas, que se oponen a la instalación o ampliación de piscifactorías en espacios protegidos. Delegaciones de Malpica, Muxía, Carnota o Camelle portaban pancartas con exigencias a la conselleira de Pesca, Carmen Gallego, para que retire el polémico plan acuícola.
Urbanismo salvaje
Otras reivindicaciones, como el rechazo al plan de puertos deportivos que prepara Política Territorial, los parques eólicos de la Consellería de Industria y los paseos marítimos que "asfaltan la costa" también encontraron adeptos entre los asistentes a la marcha, que hizo causa contra el urbanismo salvaje que ha proliferado en los últimos años. Entre los grupos organizados abundaron durante la marcha las consignas contra el bipartito con recuerdos también para la Xunta del PP que gestionó el Prestige, el desastre que despertó la conciencia medioambiental de Galicia. "Touriño aprende, Galicia non se vende", gritaba un anciano de Costa da Morte con un rodaballo de cartón a la espalda. Los reproches se repitieron después contra sus socios en la Xunta, el BNG.
El manifiesto final pactado por 80 asociaciones y que leyó la actriz Mabel Rivera, culpó a la clase política de ser cómplice silenciosa y coautora de la catástrofe medioambiental y de que Galicia se esté transformando en un desierto de monocultivos y hormigón. Los organizadores seguirán con las reivindicaciones hasta que el Gobierno asuma la defensa del territorio.
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