El otro problema
Que Euskadi es el Polo Norte sexual de Occidente no debería sorprender a nadie, pero parece que señalar el otro problema vasco sorprende dentro y fuera de nuestras fronteras. La manifestación del día 8 convocada por un nuevo programa de la televisión vasca demuestra que hay ciertos tabúes que romper más allá de los políticos. Con el lema de "Aquí no hay quien pille", un centenar de jóvenes se echó a la calle para protestar por algo que se respiraba en el ambiente desde hace mucho pero nadie se atrevía a decir: es complicado entablar relaciones amorosas y/o carnales en Euskadi. A los medios vascos y españoles la protesta les llamó la atención, como si no fueran conscientes del alcance del problema.
Si cualquier vasco describe cómo es o fue el trato con el sexo opuesto en su juventud encontraremos una constante: un bar, dos esquinas, la cuadrilla de chicos a un lado, la de chicas al otro, miradas furtivas en un sentido y en otro, un "aúpa" acompañado de un movimiento de cabeza para el saludo y otro cabezazo para la despedida. Esta situación puede durar años, hasta que uno de los chavales (puede ser ella o él), con un kalimotxo de más, se acerca a la otra esquina y pide un cigarro, o fuego, o hielos para el katxi... y quizás tres sábados más tarde se intercambien los teléfonos, al mes queden para ir al cine (sin cuadrilla), a los dos meses se enrollen y al año consumen el "acto físico del amor".
Salir de esta dinámica y de este contexto sumerge al vasco en un estado similar al landismo frente a las suecas de Torremolinos: fuera de Euskadi hay cuadrillas de chicos y chicas mezclados, uno puede conocer, liarse e incluso acostarse con alguien en una única noche, se puede ligar más de una vez al año... Habrá quien aduzca que este fenómeno tiene que ver con ser del norte, pero en Suecia hace un frío del carajo y allí hicieron su revolución sexual hace años. Tampoco tiene que ver con el carácter, porque en cuanto un vasco se pone a tiro de un foráneo (o viceversa), la timidez desaparece. Por ejemplo, un amigo tuyo de Albacete, Cádiz o Buenos Aires viene de visita y no entiende tu discurso de que en Euskadi no se pilla: él ha llegado y se ha liado con una de Andoain. Tú intentas explicarle que con los foráneos no hay problema, que la falta de entendimiento se produce entre los locales. Es lo contrario a la endogamia.
No se tomen todo esto al pie de la letra. Se trata sólo de una teoría. Una teoría con fisuras, además. Corre por ahí el rumor de que los Alderdi Eguna son una especie de Sodoma y Gomorra de vascos y vascas, un Eusko-Woodstock donde las inhibiciones desaparecen y no hay chaval ni chavala que no pille cacho. Nunca he ido, así que no he podido comprobarlo. Hablo de oídas.
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