Bajar rápido el azúcar es peligroso
Suspendido un estudio con diabéticos al observar un aumento de la mortalidad
La decisión de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos de suspender un estudio en el que se trataba agresivamente a diabéticos con riesgo cardiovascular para que rebajaran el nivel de azúcar en la sangre hasta cifras parecidas a las de la población no diabética ha dejado perpleja a la comunidad médica.
El anuncio del NIH, hecho público el pasado miércoles tras observar un aumento de la mortalidad en este grupo, ha dado al traste con la hipótesis que se venía creyendo desde hace décadas: la de que si una persona diabética reduce el nivel de azúcar en la sangre hasta niveles normales, también disminuye el riesgo de morir de una enfermedad cardiaca.
No se sabe por qué hubo 54 muertes más en el grupo con tratamiento agresivo
Pese a los muchos indicios de que eso era así, no se había realizado ninguna investigación para comprobarlo. El estudio del NIH incluyó a 10.000 personas de una media de 62 años que padecían diabetes del tipo 2 o del adulto, y que tenían un mayor riesgo cardiovascular, para ver si tratando de manera agresiva los niveles de azúcar se podía disminuir este riesgo. Se dividió a estas personas en dos grupos, a uno se le administró un tratamiento estándar y al otro, uno más agresivo para lograr reducir rápidamente sus niveles de glucosa en la sangre.
Tras un seguimiento de cuatro años, los investigadores se dieron cuenta de que en el grupo que estaba recibiendo un tratamiento más intenso se habían producido un 20% más de muertes. Esto hizo saltar todas las alarmas y llevó al NIH a anunciar la suspensión de esta parte del estudio. La investigación, sin embargo, sigue adelante y a partir de ahora todos los participantes recibirán el tratamiento convencional. Además, este trabajo también incluye otras dos variantes que estudian las diferencias entre la intensidad de tratamientos para controlar el colesterol y la hipertensión.
Para medir el nivel de azúcar en la sangre se utiliza una proteína llamada hemoglobina A1C, que en las personas no diabéticas se sitúa por debajo del 6%. El grupo que recibió un tratamiento menos intenso tenía el objetivo de reducir los niveles de esta proteína y estabilizarla entre el 7% y el 7,9%. El otro grupo debía reducir esa cifra hasta el 6,4% e incluso menos.
Para conseguirlo muchos de ellos recibían entre cinco y seis inyecciones de insulina al día, tomaban una combinación de medicamentos, acudían cada dos meses al centro en el que se realizaba el estudio y hablaban por teléfono a menudo con el personal de la clínica.
Pese a la alarma activada por el NIH, la noticia no afecta a la mayoría de diabéticos, ya que habitualmente no se someten a este tipo de tratamiento agresivo. "Los resultados del estudio son importantes, pero no modificarán la terapia de la mayoría de diabéticos. Actualmente hay muy pocos pacientes con un riesgo cardiovascular tan alto que sean tratados para reducir el nivel de azúcar en sangre de manera tan drástica", señaló Judith Fradkin, directora de la División de Diabetes, Endocrinología y Enfermedades Metabólicas del Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales. "Las personas diabéticas no deben cambiar su tratamiento sin consultarlo con su médico", advirtió Fradkin.
"La verdad es que la noticia nos ha sorprendido mucho", afirma Francesc Xavier Pi-Sunyer, endocrinólogo y director del Centro de Investigación sobre la Obesidad del St. Luke's-Roosevelt Hospital de Nueva York. "Durante años hemos pensado que cuanto más bajos fueran los niveles de azúcar, más beneficioso sería para el paciente", señala, "pero tras conocer estos datos, creo que ya no se intentarán reducciones de azúcar tan drásticas".
"Actualmente en Estados Unidos recomendamos que el paciente baje su nivel de hemoglobina por debajo del 7% y esto no va a cambiar, así que hay que transmitir un mensaje de tranquilidad ya que es muy probable que el tratamiento no incluya un objetivo de reducción del azúcar por debajo del 6%", añade el endocrinólogo. "La mayoría de médicos con los que he hablado no son tan agresivos en sus tratamientos", puntualiza.
Los investigadores del NIH no han podido explicar por qué se produjeron 54 muertes más en el grupo que recibió un tratamiento más agresivo. "Basado en los análisis llevados a cabo hasta hoy, no tenemos ninguna prueba para decir que alguno de los medicamentos o la combinación de ellos sean los responsables", señaló el NIH en una nota. Hasta que se sepan las causas exactas de este incremento de la mortalidad, Pi-Sunyer especula que podría ser debido a un aumento de peso, a que estos diabéticos dejaron de practicar ejercicio e incluso a la combinación de fármacos.
A pesar del aumento de la mortalidad observado, los expertos coinciden en resaltar la importancia que sigue teniendo la reducción de los niveles de glucosa en la sangre para prevenir la enfermedad renal, la ceguera y las amputaciones que pueden sufrir las personas diabéticas a causa de los daños que el azúcar provoca en diversos órganos. Lo que ahora es un poco más incierto es la relación que existe entre esta reducción y la enfermedad cardiovascular. Ahora queda averiguar por qué estos resultados fueron completamente opuestos a lo que la comunidad médica esperaba.
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