La izquierda 'abertzale' intenta replicar en la calle a su suspensión y reta al PNV
Incidentes en Bilbao tras impedir la Ertzaintza la marcha prohibida por Garzón
La izquierda abertzale va intentar contrarrestar la ilegalización de sus partidos replicando en la calle a las decisiones judiciales y presionando al PNV en busca de un enfrentamiento que impida la fuga de votos. Esta estrategia se hizo visible ayer en Bilbao, al mantener ANV la convocatoria de la manifestación que había sido prohibida expresamente por el juez Baltasar Garzón. La marcha degeneró en una sucesión de algaradas callejeras y cargas de la Ertzaintza, en las que hubo cinco detenidos, un ertzaina herido, dos mujeres golpeadas, centenares de contenedores atravesados en la calle o ardiendo...
Los radicales llaman a una huelga general el jueves para motivar su voto
Tachan a la Ertzaintza de "policía política" del PNV
Una actuación calcada a la que realizó Batasuna el 14 de septiembre de 2002 para protestar por la suspensión de actividades que había decretado días antes el magistrado de la Audiencia Nacional y que también pretendió dejar en evidencia al PNV y al Gobierno vasco, denunciando la actuación "represiva y subordinada" de la Ertzaintza. La repetición de ayer se saldó con graves incidentes, pero de una intensidad mucho menor que entonces y también con menos asistencia de manifestantes.
Cuando los primeros manifestantes llegaron a la plaza Aita Donostia de Bilbao, la Ertzaintza ya estaba allí con varios furgones de antidisturbios. Además de los múltiples carteles llamando a acudir a la marcha bajo el lema Por los derechos de Euskal Herria, Stop al estado de excepción, la noche anterior se habían detectado consignas entre las bases de Batasuna para tratar de sortear el despliegue policial. En total lograron reunir alrededor de 2.000 personas. Entre ellas estaban el secretario general del sindicato LAB, Rafa Díez Usabiaga, la portavoz de ANV, Arantxa Urkaregi, el histórico Tasio Erkizia y varios parlamentarios del PCTV.
Gracias a los cordones formados por decenas de agentes y furgones, la Ertzaintza evitó que más de 1.000 personas llegaran al punto de partida. Tras 15 minutos de una frágil calma, llegaron los primeros empujones entre policías y manifestantes y una sentada de éstos ante el cordón, entre insultos en euskera de "Vosotros también sois unos perros" [como dicen a los guardias civiles] o "PNV español". Al ver imposible avanzar por la calle Autonomía, los asistentes se dispersaron por otras aledañas, destrozando gran parte del mobiliario urbano que encontraban a su paso.
Reventaron cabinas telefónicas, tiraron al suelo 315 contenedores de basura e incendiaron varios de ellos para impedir el paso de vehículos, volcaron un coche particular y cruzaron varios autobuses. La Ertzaintza respondió con pelotas de goma a las piedras que los jóvenes les lanzaban. Las algaradas se saldaron con cuatro detenidos y un agente herido leve. Una quinta persona fue arrestada más tarde por apedrear una sede del PNV.
Tras los altercados del mediodía en las calles de Bilbao, varias decenas de personas vinculadas al entorno de Batasuna comparecieron en un hotel, prescindiendo de cualquier símbolo o sigla en la escenografía, para llamar a una "huelga general" el próximo jueves. "España ha declarado la guerra a la izquierda abertzale y ha impuesto el estado de excepción en Euskal Herria", dijeron los miembros de la Mesa Nacional de Batasuna Karmele Aierbe y Mikel Etxaburu, que leyeron una declaración sin preguntas.
A continuación, tacharon a la Ertzaintza de "policía política del PNV, a las órdenes de Ibarretxe, Urkullu y Balza", y a éstos les atribuyeron un interés común con el PSOE: conseguir una izquierda abertzale "débil y aislada", a la que habrían intentado engañar con las conversaciones de Loyola, para preparar ahora "un nuevo engaño estatutario".
En todo momento se refirieron a los nacionalistas como "los partidos regionalistas PNV y Nafarroa Bai". "Es imposible acabar con la izquierda abertzale", les advirtieron. El diario Gara recordaba ayer en su editorial la jornada de "doloroso recuerdo" de 2002 y, ante la manifestación prohibida, emplazaba al Gobierno vasco a demostrar si realmente está por un "mensaje práctico de desobediencia" a un Estado del que ha dicho que "ha cruzado todas las rayas rojas".
La izquierda abertzale quiere al PNV a un lado o al otro del "conflicto" pero no en el centro, cultivando por una parte la buena relación con el PSOE, el PSE y el Gobierno central, y, a la vez, tratando de seducir a los votantes radicales en Euskadi con la canción soberanista del lehendakari y su apoyo "testimonial" frente a la ilegalización.
El alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna (PNV), tachó de "matones de barrio" a los violentos, tras relatar que dos mujeres que les increparon fueron golpeadas. A las 13.22, la calma volvió a las calles del centro de Bilbao, pero un grupo de desconocidos atacó por la tarde la Casa del Pueblo socialista del barrio de Bilbao La Vieja. Los socialistas calificaron los incidentes como terrorismo.
Otros actos de sabotaje se sucedieron en Pamplona, Estella, Etxarri-Aranaz y Burlada, en Navarra; Kastresana y Santurtzi, en Vizcaya; Zestoa, en Guipúzcoa y Llodio, en Álava. En esta última localidad el objetivo fue la sede del PP, que fue apedreada y sufrió la rotura de los cristales. En Kastresana, el objetivo fue el repetidor de televisión y telefonía móvil, que fue incendiado la noche del sábado.
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