_
_
_
_
Análisis:La carrera hacia la Casa Blanca
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El republicano indomable

Heterodoxo, inconformista, independiente, son acepciones españolas válidas del americanismo maverick, que, como tantas otras palabras inglesas, es un epónimo que debe su incorporación al lenguaje a un ingeniero de Carolina del Sur, Samuel Maverick. Convertido en ganadero tras su llegada a Tejas en 1835, Maverick decidió no marcar sus reses y dejarlas pastar libremente. Muchas se escapaban y eran adoptadas por otros ganaderos para llevarlas a los mercados del norte. Se las conocía como mavericks. Décadas después, el término se incorporaba al vocabulario americano como expresión del inconformismo aplicado a cualquier actividad, incluida la política. El término parece haber sido inventado para John McCain, posiblemente, a partir de hoy, el candidato indiscutible para conseguir la nominación republicana a la presidencia.

Las desavenencias de John McCain con el presidente Bush han sido sonadas
Más información
Obama llega lanzado al 'supermartes'
Obama libra una batalla crucial con Clinton

Porque si hay un verdadero maverick en el Congreso de Washington ese es John McCain, como lo ha demostrado durante sus 20 años como senador por Arizona. Como las reses de Samuel Maverick, McCain se ha movido por los prados del Capitolio sin estar marcado por el hierro, en su caso, la disciplina de partido.

No ha tenido que cambiar de bando, como hizo dos veces Winston Churchill -de conservador a liberal para volver luego al seno de los tories-, para mostrar sus discrepancias con la línea del partido. McCain simplemente se ha mantenido fiel a sus creencias. Sus desavenencias con su rival en la lucha por la nominación republicana del año 2000 y actual presidente, George W. Bush, han sido sonadas. Fue uno de los tres únicos senadores republicanos que votaron en contra de la rebaja de impuestos defendida por Bush porque no iba acompañada por la consiguiente reducción de gastos. Aunque apoyó la invasión de Irak, su crítica a la estrategia de la posguerra seguida por el Pentágono fue constante. Preso y torturado durante seis años en la cárcel norvietnamita de Hoa Lao, irónicamente bautizada como el Hanoi Hilton, el antiguo piloto de la Marina ha defendido en repetidas ocasiones el cierre de Guantánamo y su oposición a cualquier tipo de interrogatorio que conculque la Convención de Ginebra. Y, para desesperación de la base del partido republicano, no sólo copatrocinó con el senador demócrata Edward Kennedy un proyecto de ley, fracasado, para regularizar la situación de los 12 millones de inmigrantes ilegales, sino que ahora ha propuesto una impopular tasa sobre la gasolina para reducir la dependencia energética del exterior.

Con estos antecedentes, ¿cómo es posible que McCain aparezca como favorito para ganar la nominación? La respuesta la dio recientemente la madre del senador, Rebeca, que a sus 95 años acumula multas por conducir demasiado rápido, cuando, después de quejarse del poco apoyo que su hijo recibe del partido, dijo: "Al final, los diversos bandos republicanos le votarán, aunque muchos tengan que taparse las narices". Sólo McCain puede intentar con éxito mantener la Casa Blanca en manos republicanas, gracias al apoyo que su candidatura cuenta entre los independientes.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_