¿Otro Madrid es posible?
Participantes del Foro Social Mundial explican cómo cambiarían la ciudad y reclaman una democracia más participativa, con un alcalde por cada distrito
"Habría tensiones, claro, como en la vida misma, pero también más voces". A Pedro Casas, funcionario de 55 años y activista del movimiento vecinal, le gustaría que Madrid tuviera 21 alcaldes, tantos como distritos. Dice que a esta ciudad le sobran políticos profesionales y le faltan espacios para debatir.
"Si yo fuera alcalde, subiría los impuestos a los más ricos para financiar vivienda pública", añade Raúl Camargo, funcionario de 30 años y miembro de Espacio Alternativo, un partido "a la izquierda de Izquierda Unida". "Queremos calles más iluminadas, más seguras para las mujeres", reivindica Isabel Cáceres, 42 años, trabajadora social y miembro del Bloque Feminista. Los tres, junto a varios centenares de personas más, han participado este fin de semana en las jornadas madrileñas del Foro Social Mundial, un movimiento que nació en 2001 al grito de "Otro mundo es posible" como alternativa al Foro Económico Mundial de Davos.
"La ciudad se construye sin tener en cuenta a los ciudadanos"
"Queremos un carril bici para transporte diario, no para domingueros"
"La capital es culturalmente rancia y organiza fastos de un solo día"
En 2008 se han convocado reuniones simultáneas en ciudades de todo el planeta. El centro social Patio Maravillas (distrito Centro) ha sido la sede de la contracumbre prevista en Madrid. El antiguo colegio de monjas de cinco plantas, okupado desde el verano pasado, acogió 20 talleres con 70 asociaciones invitadas, un laboratorio social para nuevas ideas. EL PAÍS preguntó a 15 representantes de ocho colectivos diferentes cómo les gustaría que fuera la ciudad en la que viven. Éste es el resumen de algunas de sus propuestas:
- Una persona, mil votos. "Sólo votas una vez cada cuatro años y no te dejan decidir si quieres un polideportivo en tu distrito", dice Pedro Casas, portavoz de vecinos en Carabanchel Alto. Piden una democracia más participativa, con locales en cada barrio en los que se puedan tomar las decisiones que afectan al día a día de los madrileños. "No basta con los iluminados de la política, tiene que participar todo el mundo", añade Víctor Sáez, de 50 años, administrativo chileno y portavoz de la Federación Estatal de Refugiados e Inmigrantes en España. Aprovecha para pedir la participación de los extranjeros en la vida política, una de las reivindicaciones más repetidas en el Patio Maravillas. "Pagamos impuestos, pero no podemos decidir dónde se invierten ni qué infraestructuras se construyen con ellos".
- Ni una vivienda vacía. El parque de vivienda vacía de Madrid (con unas 300.000 casas) es "inaceptable" para los participantes del Foro. Reivindican la expropiación de esos pisos y que se fomente el alquiler a precio asequible, no más del 20% del sueldo, con subvenciones de las administraciones para quienes estén en el paro. Piden además casas comunales y no un único modelo de viviendas con dos o tres habitaciones para la familia tradicional.
- Obras de mujer. "En Madrid se construye sin tenernos en cuenta", considera Isabel Cáceres que, con otras cinco integrantes del Bloque Feminista, reivindica calles con más luz, sin obstáculos que dificulten el camino, salidas de metro acristaladas y equipamientos básicos cerca de las viviendas, como el ultramarinos de toda la vida. Todo para que Madrid "se llene de gente que quiera vivirla y no sufrirla". María Ibáñez (28), enfermera y portavoz del Patio Maravillas, añade un ejemplo cercano. "Malasaña se ha convertido en una zona antiamigos, con decenas de calles en las que sólo se puede caminar derecho en fila de uno, sin hablar con nadie".
- Menos M-30 y más bici. "No queremos una zona ciclista para domingueros, sino para transporte diario", reflexiona Toni García, de 23 años y portavoz del Patio Maravillas. Si otro Madrid es posible, la M-30 tendría un carril-bici, igual que el paseo de la Castellana. Desde el Foro piden menos espacio para el coche y más apoyo al transporte público. "Es una vergüenza que el abono joven de transportes sea sólo hasta los 21 años", añade García.
- Huertos urbanos. "Propongo que se habiliten huertos urbanos, donde la gente pueda consumir lo que cultiva; si Berlín los tiene, ¿por qué Madrid no?", dice Luis González (33), educador y miembro de Ecologistas en Acción. Si de él dependiera, Madrid no estaría unida por circunvalaciones, sino por un corredor verde en el que poder caminar de un parque a otro. También modificarían el interior de los parques para hacerlos más humanos, con bancos que se miren unos a otros y en los que la gente pueda hablar.
- Planificación familiar. Desde el Bloque Feminista exigen un centro de planificación familiar en cada barrio, con anticonceptivos disponibles las 24 horas del día y grandes carteles para que la gente pueda distinguirlos desde cualquier sitio, como los supermercados. Madrid necesita más educación sexual y menos represión contra el aborto, añaden.
- Sólo hospitales públicos. La sanidad es motivo de grandes preocupaciones. Todos apuntaron que la privatización de los nuevos hospitales construidos por la Comunidad de Madrid es un riesgo que conllevará una atención más precaria al ciudadano. Exigen más centros de salud en los barrios y mejores infraestructuras. "Si vives en Latina, ir a urgencias es un episodio lamentable, una gincana de etapas", considera Bibiana Medialdea, economista de 30 años y miembro de la Asamblea por una Vivienda Digna de Latina.
- Laboratorios culturales. Para los participantes del Foro Social consultados, Madrid es "culturalmente rancia". Organiza grandes fastos de un solo día, como La Noche en Blanco, y programa poca oferta para el resto del año. Reivindican teatro de calle y más actividad en los centros cívicos. "Eso no significa que el Ayuntamiento ponga un cartel grande con un bedel que marque el horario, sino que se ceda espacio a los ciudadanos", pide Toni García. Las casas de la cultura deberían ser "laboratorios" para experimentar y aprender, "no academias baratas de inglés y gimnasia".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.