Balza: "Hay que encender todas las alarmas"

"Habrá que estar muy alerta. Tenemos que estar con todas las barreras de seguridad levantadas y todas las alarmas encendidas, porque hay una decisión de ETA de, por lo menos, escenificar esa equiparación con Lemóniz y la autovía de Leizarán", ha declarado a EL PAÍS el consejero vasco de Interior, Javier Balza. "Eso es un síntoma inequívoco del posicionamiento de ETA aquí", concluye. Los ataques de la banda contra ambas infraestructuras supusieron en total ocho asesinatos.

En el caso de la central nuclear de Lemóniz, en Vizcaya, el inicio de los atentados se remonta al 19 de diciembre de 1977. Un comando atacó al destacamento de la Guardia Civil que protegía las obras. Uno de los cuatro etarras, herido grave en la refriega, fallecía días después. ETA asumió la acción el 24 de diciembre en un comunicado en el que aseguraba que su acción respondía "a un sentimiento popular de rechazo a que Euskadi se convierta en la reserva nuclear de los intereses oligárquicos multinacionales".

La banda suplantó al movimiento antinuclear vasco y la declaración de guerra contra la entonces Iberduero, promotora de la instalación, no terminó hasta el 12 de mayo de 1982, cuando la eléctrica suspendió las obras. ETA no aceptaba ni siquiera el referéndum sobre el proyecto que defendía el Gobierno vasco.

En la autovía de Leizarán, que hoy une Guipúzcoa con Navarra, la irrupción etarra no fue tan abrupta. Los terroristas fueron preparando el terreno con una carta bomba al consejero navarro de Obras Públicas y dos artefactos fallidos contra sendas empresas. Hasta que el 16 de octubre de 1989 anunciaron en un comunicado ataques contra los ingenieros, altos técnicos y propietarios de las concesionarias de las obras de la autovía, iniciadas en diciembre anterior. "No nos gustaría ver nuevamente las graves consecuencias del caso de Lemóniz", decía ETA entonces. Para cuando concluyeron las obras, con un nuevo trazado, había matado a tres personas.