La financiación ilegal del laborismo golpea al Gobierno de Brown
Dimite el ministro de Trabajo tras iniciarse la investigación policial
El primer ministro británico, Gordon Brown, se vio obligado ayer a realizar una pequeña remodelación de su Gobierno después de que los escándalos por financiación irregular que atenazan al Partido Laborista británico forzaran la dimisión del titular de Trabajo, Peter Hain.
El ministro renunció al cargo minutos después de saberse objeto de una investigación policial.
La primera dimisión en un Gobierno con apenas siete meses de singladura se produce en el momento más crítico para Brown, con las encuestas en caída libre, crecientes críticas a su gestión de la crisis del banco Northern Rock y un conato de revuelta entre las filas laboristas, ante la anunciada decisión de endurecer la legislación antiterrorista. Brown quiso cerrar la crisis con una remodelación que afectó también al Tesoro y al Ministerio de Cultural, Medios de Información y Deporte.
Hain -sustituido por James Purnell- se vio forzado al dar el paso después de que la comisión electoral entregara a la unidad de delitos financieros de Scotland Yard la documentación sobre donaciones a su campaña por valor de 136.900 euros, que no declaró en su momento. El dinero procedía de un centro de estudios fantasma (Progressive Policies Forum) y estaba destinado a engrasar su esfuerzo por hacerse con la vicepresidencia del partido. Perdió de forma humillante (quedó el quinto de los seis candidatos en liza), pero Brown le rescató brindándole una cartera. El escándalo sobre sus opacas finanzas salió a la luz en noviembre, y el jefe de Gobierno se desmarcó inmediatamente de la suerte de su ministro. La dimisión estaba cantada.
Brown agradecía ayer en una escueta nota el "correcto y honorable" gesto de Hain, veterano dirigente del ala izquierda, que ha ocupado diferentes carteras en sucesivos gobiernos (la más sobresaliente como secretario de Estado para Irlanda del Norte, con su presencia en la firma del histórico acuerdo de paz).
El caso está menos que cerrado. La presunta violación de la ley de partidos -introducida por el propio Partido Laborista en 2000- se ha revelado como el verdadero talón de Aquiles de los laboristas. El año pasado se tradujo en el primer interrogatorio policial a un inquilino de Downing Street, Tony Blair, aunque fuera en calidad de testigo, sobre la concesión de títulos honoríficos a sus generosos benefactores del mundo empresarial. Y ahora amenaza con cortar cabezas tan destacadas como la de Harriet Harman, número dos del partido y estrecha colaboradora de Brown. La líder de los Comunes y esposa del tesorero del partido, Jack Dromey, está pendiente de rendir cuentas sobre los donativos del constructor David Abrahams, más de 850.000 euros.
Brown, empeñado en destacar en la lucha antiterrorista, se topará también con problemas en el Parlamento donde ayer introdujo la ley que pretende ampliar el periodo de detención sin cargos de sospechosos de terrorismo, de 28 a 42 días.
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