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Reportaje:Las colecciones de EL PAÍS

'Million dollar baby'

Mañana con EL PAÍS, por 9,95 euros, un DVD y un libro de Clint Eastwood

Gregorio Belinchón

Clint Eastwood fue estudiante de Empresariales, músico, leñador, empleado en una gasolinera e instructor de natación en el Ejército antes de que la interpretación se cruzara en su camino. Nada de boxeador. Y sin embargo su cine nace de la mano de alguien que complementa a un estilo elegante y sencillo una pegada contundente, seca, áspera. Detrás de la cámara Eastwood no atiende a adornos superfluos, lo que no quiere decir que no le gusten las florituras, eso sí, sobrias. Million dollar baby ejemplifica lo anterior. Rodada en 37 días (¡en vez de los 39 días previstos!), un periodo en el que algunas películas ni siquiera han sido planteadas, de una sequedad deslumbrante, ha sido hasta ahora la 57ª y última aparición de Eastwood en pantalla, la 25ª ocasión que se pone detrás de las cámaras y la 21ª vez que produce cine. Sólo Woody Allen alcanza los números, y ambos parten del mismo modo de trabajar: cuando contratas a un actor, lo haces porque desarrollará bien su personaje, así que, ¿para qué marearle con indicaciones en el plató? Si la primera toma vale, ¿por qué hacer una segunda? Sigue tu olfato.

La película ganó cuatro 'oscars' y el respeto de la crítica y del público
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Ese instinto es el que llevó a Eastwood a intuir que dentro de Rope burns: stories from the corner, una colección de relatos de un ex entrenador de boxeo llamado Jerry Boyd, había una película. Anjelica Huston también pensó en rodar un filme con el material, pero su trabajo como actriz le impidió desarrollar el proyecto. A Paul Haggis le tocó armar el guión con tres de las historias, y a partir de ahí comenzó el habitual baile de Hollywood: que si Ashley Judd podía protagonizarla con Morgan Freeman como entrenador, que si ahora Sandra Bullock será la actriz principal (momento en el que el guión pasó por delante de Isabel Coixet, que con buen criterio vio la encerrona y rechazó la oferta)... Sólo la vuelta de Eastwood como realizador devolvió a su esencia -una escalada de superación al éxito seguida de una caída al dolor, el sufrimiento y la soledad- el proyecto. Hilary Swank firmó el contrato, ganó 10 kilos de músculo en el gimnasio, y Morgan Freeman y Clint Eastwood se repartieron los dos personajes veteranos.

Million dollar baby parece una jugarreta del destino. Un ex entrenador, Frankie Dunn (Eastwood), dirige lánguidamente un gimnasio, sin prestar mucha atención a lo que le comenta su amigo Scrap (Freeman), veterano ex boxeador con el que tiene una relación muy parecida a la de un viejo matrimonio cascarrabias. Y una de las intuiciones de Scrap es Maggie Fitzgerald, una chica que quiere triunfar en el boxeo sin importarle privaciones, retos ni sacrificios. Sacrificios que la llevarán primero a la gloria y después al infierno. Momento en el que Eastwood opta por la sobriedad, por despedirse de alharacas e internarse en el dolor puro. Gracias a esa elección, Million dollar baby ganó, entre una racha innumerable de premios, cuatro oscars (película, dirección, actriz protagonista y actor secundario), el respeto de la crítica y el apoyo del público. Y un lugar en el corazón de quienes creemos que en el dolor existe mucha verdad.

Clint Eastwood y Hilary Swank, en <i>Million dollar baby.</i>
Clint Eastwood y Hilary Swank, en Million dollar baby.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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