Un promotor vizcaíno es el dueño de las obras cedidas al Bellas Artes
En poco más de 15 años ha reunido una colección valorada en 55 millones
La gestión del suelo y las promociones inmobiliarias han generado en los últimos 15 años los recursos necesarios para adquirir una colección de obras de arte valorada en más de 55 millones de euros. Las 63 obras que ahora se exponen en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, en una cesión temporal por cinco años, son propiedad de un hombre de negocios vizcaíno que ha hecho su fortuna en la construcción y que a principios de los años noventa decidió invertir en arte contemporáneo sin una vocación clara de coleccionista. El empresario, cuyas iniciales son J.I.B.E., está al frente de un grupo de empresas con más de 25 años de presencia en la construcción.
El empresario J.I.B.E. comenzó a comprar obras en los años noventa
La promoción inmobiliaria es el punto fuerte de un negocio familiar surgido de la posesión de terrenos en la localidad vizcaína de Leioa. El primer gran impulso surgió de la venta a un gran grupo constructor de los solares adquiridos en esa localidad alrededor del núcleo inicial. Desde entonces los negocios se han extendido por Vizcaya y hacia Cantabria, Madrid y Málaga, y ya cuenta con proyectos en Marruecos.
El arte contemporáneo internacional no entraba entre las inquietudes de este empresario, aunque en su casa contaba con obras de artistas vascos. En la gestación de la colección ha sido fundamental el papel de las galerías Guillermo de Osma, de Madrid, y la bilbaína Carreras Mugica. Osma dibuja el perfil de un cliente "discreto", que ha aceptado sus sugerencias y ha acabado siendo un amigo. La discreción ha cuajado en una rotunda negativa a difundir su identidad. "No tiene ningún interés en tener una notoriedad pública", resumen desde el Museo de Bellas Artes. "Es un hombre normal y corriente, casado y con hijos".
El conjunto de obras fue creciendo a partir de mediados de los pasados años 90 a un ritmo sorprendente -una media de una obra por trimestre- sin interés por crear una colección. La llegada a sus manos de un picasso, El pintor y la modelo I (1963), un ejemplo de la última serie en la que se embarcó el pintor, fue el detonante de la colección. La obra, un lienzo de 116 centímetros por 76, pintado por un Picasso octogenario como un homenaje al acto de pintar, estuvo colgado en el salón de su casa, cerca de Bilbao, sobre la chimenea. Fue una buena inversión: pagó hace 15 años unos 600.000 euros y hoy se valora en casi cuatro millones.
Los galeristas aseguran que su cliente es un hombre "inteligente, abierto, siempre dispuesto a escuchar". Guillermo de Osma lo describe así en el catálogo de la colección: "Rápido en el momento de la decisión, pero exigente, negociador, con visión, con gusto, con iniciativa y con las ideas muy claras".
La exposición de las obras acumuladas en el Museo de Bellas Artes permitirá confrontar su criterio con el público. Además, la colección ha sido catalogada. Su director, Javier Viar, precisó en la presentación de las obras que no había más contraprestaciones por su cesión temporal, aunque el propietario podrá beneficiarse de las ventajas fiscales que ofrece la legislación.
De Alenza a Serra
La colección cedida al Museo de Bellas Artes por el empresario vizcaíno está formada por 63 obras de 46 artistas, que cronológicamente abarca desde la pintura romántica española de finales del XIX, representada por dos pinturas de Leonardo Alenza, hasta artistas en activo como Txomin Badiola, Miquel Navarro, Richard Serra, Anish Kapoor y Tony Cragg.El listado de firmas reúne la de los artistas más representativos del arte del siglo XX a nivel internacional. De su mano han entrado en las salas del museo obras de Picasso, Dalí, Miró, Braque, Gris, Chagall y Kandinsky, entre otros maestros de las vanguardias. A la hora de asegurar las obras, ha sido la pintura Composición sobre fondo azul (El cordaje), un bodegón pintado en 1935 por Fernand Léger, la que ha alcanzado una valoración más alta, unos cuatro millones de euros. Cercanas a ese nivel se mueven la pintura de Paul Klee Tren en la montaña (1936) y El pintor y la modelo I (1963), de Picasso.Eduardo Chillida, a quien el coleccionista conoció personalmente, está representado por seis esculturas, fechadas entre 1980 y 1999.
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