Muerto a manos de sus compinches
La Guardia Civil cree que el hombre asesinado en Arganda fue tiroteado por miembros de su propia banda
Carlos Jarry Sánchez López murió tiroteado el sábado por la noche en Arganda. Lo mataron en el portal del edificio donde vivía un supuesto narcotraficante, según las versiones recogidas ayer entre los vecinos del inmueble. Sus verdugos fueron, supuestamente, sus anteriores compinches. Juntos, según las primeras pesquisas, entraron derrapando con un BMW gris metalizado a través de una cristalera del Centro Comercial H2Ocio de Rivas el pasado 9 de enero. Su objetivo: una sucursal bancaria. El botín: cerca de 3.000 euros.
El fallecido formaba parte del grupo que atracó un centro comercial de Rivas
Pero parece que fueron esos 3.000 euros los que ejercieron de manzana de la discordia entre ellos. Tres días después, Carlos Jarry apareció muerto por seis disparos distribuidos a pares: dos en la nuca, dos en el cuello y otros dos en el pecho.
Hay tres presuntos implicados: sus antiguos colegas Rafael, David e Ignacio. Uno de ellos, de origen colombiano, como él, y los otros dos, españoles, aunque los agentes de la Guardia Civil que se ocupan del caso no han facilitado más datos.
Con 23 años, Carlos Jarry era un viejo conocido de la policía. Su historial se remontaba al menos a seis años atrás. A los 17 años ya pasaba noches enteras estrellando vehículos contra lunas de tiendas. Al cumplir la mayoría de edad atesoraba más de una decena de antecedentes policiales. Con esa edad fue el líder de una violenta banda que destrozaba a mazazos escaparates de joyerías para después desvalijarlas. Dos años después, fue detenido por conducir un Audi robado a 180 kilómetros por hora. Con 21 años dejó heridos a cuatro policías tras una persecución. En suma: 30 detenciones y un sinfín de antecedentes penales.
Según los residentes del edificio de Arganda frente al que se produjo el tiroteo, era habitual que Carlos Jarry visitase la casa. Los vecinos creen que el asesinado visitaba a un narcotraficante que, según explican, vive en ese bloque. En un primer momento creyeron que los tiros que escucharon la noche del sábado eran petardos. Pero cuando las detonaciones se sucedieron, los habitantes de la calle de Velero se asomaron a sus ventanas. Vieron a Carlos Jarry tirado en el suelo y a sus asaltantes huir en un Mercedes Clase A negro.
Al menos una docena de patrullas se pusieron en marcha. Persiguieron el vehículo por la A-3 hasta la M-30, donde uno de los coches golpeó al Mercedes de los forajidos, obligándoles a detenerse. Los tres ocupantes fueron detenidos. Los agentes encontraron el arma de fuego que presuntamente mató a Carlos Jarry Sánchez López.
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