_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El cielo es nuestro

En el uso de sus poderes, más de los que son capaces de ejercer con un mínimo de buena gobernanza, la Generalitat valenciana refuerza las horas de religión en la Enseñanza Secundaria Obligatoria, despreciando ostentosamente la educación para la ciudadanía, que tal vez equipara a lavarse las manos antes de comer. Ya metidos en harina, sisan una hora a las matemáticas, con lo sobrados que vamos, y otras dos a la tecnología, fieles a la célebre proclama: ¡Que inventen ellos! Lo cual es coherente con el perfil de la autoridad que nos ha tocado en suerte, es un decir. De hacer caso a las versiones menos enrevesadas de sus sagradas escrituras, cuando las bodas de Caná Jesús de Nazaret no precisó de habilidades adquiridas en escuelas de enología para convertir el agua en vino. En otra afamada ruta, paró en un banquete escaso y obró la multiplicación de los panes y los peces. Prodigio que al parecer nuestras autoridades intentaron trasladar a la gestión pública extendiendo el sobrecoste allá donde ponen la firma. Y, en fin, qué decir de Moisés separando las aguas del Mar Rojo con la sola ayuda del cayado, ¡alehop!, para abatir en un plis-plas aquel desbordante tsunami sobre sus perseguidores. Donde hay milagros, ¿a quién le importan dos horas de tecnología o la utilidad de una ecuación? El problema es que esta clase de sucesos sólo ocurren en la Biblia y en los tebeos con superhéroes. En la vida real, por el contrario, hay que calcular hipotecas, pensiones, salarios mínimos, cotizaciones a la Seguridad Social, incluso calorías y carbohidratos, entre una extensa gama de pesos y medidas, donde tampoco está de más echar una mirada triste a la balanza de pagos o a la magnitud de la deuda pública, por poner un par de nubarrones entre tanto azul celeste. Los más beatos del lugar, fariseos a tiempo parcial, echan mano de la estadística para medir las preferencias electorales antes que los indicadores de fe. O sea, que no suelen fiar su escaño y similares a la magia potagia ni a los poderes del Gran Manitú, sino a cuestiones más prosaicas y demás cálculos empíricos, vaya por Dios.

Se sabe que en otras autonomías priman o no, según el caso, asignaturas de religión, inglés, música o plástica. Allá cada cual con sus políticas públicas y el futuro de su capital humano. Pero entre tanta biodiversidad, hay quien marca la diferencia en esta guerra de civilizaciones. El gobierno valenciano, en comparación con el resto, es el que menos invierte en Sanidad por habitante. También trata peor a los beneficiarios potenciales de la ley de la Dependencia y ya es el primero en poner trabas a las ayudas a la vivienda para jóvenes, habilitadas por un gobierno central que perdió sus competencias en este cortijo o así parece. Más quisieran los vascos y las vascas. Que a falta de Moisés y su bastón para alimentar la hormigonera, sustentamos, entre otros desechos, una fundación hídrica para predicar ignorancia infinita con dinero público. Lo cual es coherente con este tinglado de meapilas, que prefiere mártires del paraíso en lugar de ciudadanos con derechos. Qué hicimos para merecer esto.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_