La hora de Kosovo
Eslovenia gestionará en la presidencia de la UE la última fragmentación balcánica; de momento
Por Eslovenia empezó la implosión de Yugoslavia. Ahora le toca a ese país, en la Unión Europea y por vez primera al volante de su presidencia durante este semestre, gestionar uno de los últimos episodios de esta desmembración, el de Kosovo, que debería declarar su independencia entre febrero y mayo, a pesar de que los países de la UE no estén unidos en este sentimiento, sino en su inevitabilidad, la "segunda mejor opción", como lo presentó ayer Janez Jansa, primer ministro esloveno, ya que han fracasado las negociaciones entre Pristina y Belgrado.
Los albanokosovares no aceptan nada menos que la independencia, mientras Serbia -que elige presidente este mes- considera inaceptable que la antigua provincia se separe. Los serbios ofrecen sobre el papel una autonomía plena a Kosovo dentro de una Serbia que sólo se responsabilizaría de la política exterior y de las fronteras exteriores.
La responsabilidad de la UE es grande. Londres, Berlín y París han seguido a Washington en la opción de la independencia, a pesar de que le falta la sanción legitimadora del Consejo de Seguridad de la ONU, por el veto de Rusia. A pesar de su división interna, la UE ha decidido asumir una parte importante de la seguridad de Kosovo con la decisión, aún por concretar, de enviar una misión civil integrada por 1.800 policías, jueces y expertos constitucionalistas, que completará el despliegue militar de la ONU. Y quiere ralentizar la declaración de independencia, de forma que se produzca de forma tutelada. Por eso pidió ayer a Belgrado que no se oponga a esta misión y entienda que la UE es "el mejor aliado de Belgrado" a la hora de proteger a la minoría serbiokosovar. Si, tras la independencia, éstos decidieran separarse y unirse a Serbia, se habría creado un precedente de micro-autodeterminación, que, junto al de Kosovo, podría generar inestabilidad en varios lugares de los Balcanes y más allá. Entre ellos Bosnia-Herzegovina que, como reconoció Jansa, supone una amenaza a la seguridad mayor que un Kosovo cuya independencia vigilada o apoyada refleja su difícil funcionalidad,
Belgrado ha rechazado los bálsamos de la UE si se produce la independencia de Kosovo. Pero lo más absurdo es que todos se separan para luego intentar reencontrarse en la Unión Europea.
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