_
_
_
_
_
Reportaje:

La línea sigue igual

Viajar de Barcelona a Puigcerdà supone una aventura de más de tres horas

En plena era de la alta velocidad, aún hay trenes que circulan a menos de 30 kilómetros por hora. Son los que cubren el trayecto Barcelona-Puigcerdà, un viaje de más de tres horas, si no hay retraso, que continúa siendo toda una aventura para los usuarios.

Las curvas, rampas y desniveles del trazado no dejan que el tren vaya a más de 50 o 60 kilómetros por hora. La mayor parte del recorrido, 147 kilómetros, se realiza en vía única, lo cual implica la realización de inevitables paradas para permitir el cruce de los trenes que circulan. Pese a todo, es una línea internacional que llega hasta París a partir de la conexión con los ferrocarriles franceses en La Tor de Querol.

Inaugurada a finales del siglo XIX, la línea estaba considerada un prodigio de ingeniería para la época y vivió momentos de esplendor con la popularización del esquí y la llegada a pie de pistas de la estación de La Molina. Después entró en una larga decadencia de la que parece no salir: pérdida de pasajeros, falta de mantenimiento y amenazas constantes de cierre. Los episodios más graves se vivieron en 2003, con un goteo de descarrilamientos, desprendimientos, averías e incidencias tragicómicas, como el tren que se salió de la vía cuando se dirigía a auxiliar a un convoy descarrilado.

En la era de la alta velocidad, hay trenes que circulan a menos de 30 por hora
En Vic contrasta la flamante estación con el aspecto avejentado de los convoyes

Aquel episodio colmó la paciencia de los alcaldes afectados, que presionaron ante el entonces ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos. Se hizo un plan de choque, se destinaron 322 millones de euros hasta el año 2010 y se prometieron mejoras inmediatas en la línea. Pero hoy, la sensación de desastre y el sentimiento de abandono y desidia sigue siendo generalizado entre los viajeros.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

"El otro día perdí el tren en plaza de Catalunya y tuve que esperar 45 minutos hasta que llegó el siguiente. No es que llevara retraso, es que los horarios son así. Mientras tanto, pasaron un montón de trenes en otras direcciones", relata una usuaria de La Garriga. La alcaldesa, Meritxell Budó (CiU), lo tiene muy claro. "Estamos igual que hace 100 años, con la diferencia de que cada día hay más usuarios. Aquí no hemos tenido socavones, pero la dejadez es impresionante".

La línea tiene dos partes diferenciadas. La de Barcelona a Vic está integrada en la red de Cercanías de Renfe, transporta a más de 26.000 pasajeros diarios y da servicio al área metropolitana de Barcelona. La de Vic a Puigcerdà, ni Renfe sabe cómo denominarla. "No es ni de Cercanías ni de nada: media distancia, regional, internacional, llámala como quieras", resume un portavoz de la empresa.

En la capital de Osona contrasta la flamante estación de tren con el aspecto avejentado de los convoyes. Las quejas de los viajeros tampoco son nuevas. "Si no ha vuelto a haber accidentes, es de puro milagro, porque estamos peor que en 2003", denuncia Màrius Valls, miembro de la plataforma Renfe Espavila't.Reclaman que la línea se desdoble, más frecuencias de paso y mejor servicio. Retrasos, trenes anticuados con asientos sucios y roñosos, climatización deficiente y viajeros apelotonados son el pan de cada día. "Tardo una hora y tres cuartos para ir de Torelló a Barcelona, que está a sólo 75 kilómetros. Es un cachondeo, los trenes son viejísimos, el revisor ni sube, porque van llenos y le da palo", dice un estudiante.

Los usuarios explican que las situaciones más caóticas se viven los viernes por la tarde y los domingos de invierno, cuando coinciden universitarios que van o vuelven con esquiadores y excursionistas. El alcalde de Vic, Josep Maria Vila d'Abadal (CiU), afirma que la línea está "obsoleta" y confía en que el desdoblamiento de la vía llegue hasta Ripoll como mínimo.

Pero todo apunta que duplicar la línea va para largo. En una reunión celebrada en Les Franqueses del Vallès a finales de octubre, el secretario de Movilidad, Manel Nadal, dijo que el proyecto está en fase de "estudio informativo" y afecta sólo al tramo de Barcelona a La Garriga.

Pese a las mejoras de los últimos años, la línea "es la más abandonada de la historia del ferrocarril". Así la define Teresa Jordà, alcaldesa de Ripoll (ERC). "Se ha renovado la electrificación, pero es que la que había era de 1929. También se ha mejorado algo la seguridad, pero veníamos de tan abajo que cualquier arreglo es lo mínimo", añade. Jordà apunta un proyecto turístico para impulsar la línea aprovechando la belleza paisajística.

Hace unas semanas se completó la renovación de la vía en el tramo Ripoll-Ribes de Freser. Ahora le toca el turno al tramo entre Ribes y Puigcerdà, donde el estado de las vías es "lamentable", según Pere Jordi Piella, de la plataforma ciudadana El Ripollès Existeix. Piella considera que los gobiernos han apostado por el AVE en detrimento del tren convencional. "Están creando un país a dos velocidades: unos van a 300 por hora y otros, a 30". El colectivo al que pertenece también propone que la línea de Puigcerdà sea puerta de entrada de mercancías, "como se hace entre Suiza e Italia" y que el tren llegue hasta Andorra.

El tramo entre Ripoll y Puigcerdà es espectacular: 48 kilómetros que discurren entre viaductos y túneles tan singulares como el del Cargol, cuya forma helicoidal permite salvar un desnivel de 80 metros de Planoles a Toses.

Más que avanzar, los trenes parecen trepar aferrados a las vías y en muchos tramos la velocidad no pasa de los 20 kilómetros. Entre semana son muy pocos los viajeros que utilizan la línea. En Alp, por ejemplo, viven ajenos a este tren. "Hemos perdido la confianza y todos tiramos de coche particular", explica Fina, la estanquera.

Después de Alp el tren avanza por la luminosa plana ceretana hasta Puigcerdà. El alcalde, Joan Planella (ERC) tampoco está contento. "Se están haciendo obras desde hace cuatro años, pero las ventajas no se han visto. De vez en cuando tenemos una reunión con Fomento, buenas palabras, cuatro cuartos y taparnos la boca a los alcaldes. Magdalena Álvarez [ministra de Fomento] no se ha dignado recibirnos", se queja.

Planella está convencido de que el trayecto Barcelona-Puigcerdà puede realizarse en poco más de dos horas, desdoblando la vía y mejorando el trazado. "Así muchos barceloneses vivirían en Puigcerdà; esto sería como el Sitges del Pirineo", añade. El edil anima a Renfe a adoptar una "filosofía transfronteriza" para que la línea sea realmente internacional. Porque el viaje prosigue hasta La Tor de Querol, donde enlaza con la red de ferrocarriles franceses que, diariamente, cubre el trayecto hacia París vía Toulouse.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_