Sobre "Una noche en la ópera"

José Manuel Caballero Bonald publicaba en EL PAÍS el 30 de diciembre un artículo titulado "Una noche en la ópera". Mi admirado poeta venía a narrar entre otras cosas cómo en toda su vida sólo había asistido a dos óperas (!): "Carmen" y "Tancredi". No me sorprende este hecho dada la poca afinidad con la música de muchos artistas, literatos e intelectuales españoles. Hace un tiempo fue a Félix de Azúa al que en este espacio rebatí sus ambiguas y arteras líneas sobre Arnold Schönberg, mezclando churras con merinas.

Con Caballero Bonald al menos percibo la inocencia del posible deslumbramiento ante un género como el operístico, aunque le falte un "mayor" acercamiento. Si yo conociese sólo dos sonetos no me atrevería a asegurar que su estructura es alambicada o artificiosa. Y lo mismo si sólo pudiera referirme a dos cuadros, dos esculturas, dos películas, etc. Si fuera así me abstendría mucho de hacer comentarios; bastaría con acercarme a lo desconocido.

La ópera ha sobrepasado ya los cuatrocientos años de evolución en nuestra cultura y más allá de un "Tancredi" o una "Carmen" hay miles de propuestas enormemente distintas, variadas y mucho más ricas, hasta hoy mismo -como en la poesía-, que permiten aprehender su actualidad de una forma interdisciplinar en la que la música convive con las más altas expresiones de la literatura, el teatro, la arquitectura o las nuevas tecnologías.

Es decir: mucho más allá del horizonte de Caballero Bonald hay universos que le esperan, y yo personalmente quiero invitar al sabio creador del "Manual de infractores" a que no pasen otros veinte años para su próximo encuentro con la ópera.