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Reportaje:

Entrevista de trabajo con polígrafo

De cada 10 empresas gallegas inspeccionadas, tres tienen los teléfonos pinchados

"Nosotros detectamos cuándo llega la crisis porque llueven los clientes. Y ahora estamos desbordados como nunca". E.D., gerente de la agencia de detectives privados Indetec, prefiere no revelar su nombre. Lo de guardar secretos hasta la tumba se le da francamente bien porque de eso vive. Asegura que "el síndrome Marbella ha disparado la psicosis del espionaje en Galicia", que sabe mucho de muchas personas, que le han ofrecido dinero para que cante y que siempre ha vencido la tentación de hacer de barítono. Explica, sin dar nombres, ciertos detalles de empresas y particulares que lo contratan, pero cuando se le pregunta si también en la política gallega se da el espionaje, se resiste. Al final cede y dice que sí, que lo hay "en todas partes, en Vigo, en Pontevedra, en A Coruña", sobre todo cuando hay licitaciones y maletines "por el medio".

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Pero el grueso de su negocio radica en las empresas medianas, grandes y enormes que hay, sobre todo, en Vigo y su cinturón industrial. Al menos una vez a la semana alguna firma contrata sus servicios para que barra los despachos y, mayormente, la larga sala de juntas. "En los consejos de administración suelen participar entre seis y ocho empresas y en ellos se tratan temas que no pueden salir de allí. Así que nosotros pasamos antes, instalamos inhibidores de señales y hacemos un rastreo para detectar micrófonos, microcámaras, teléfonos pinchados". De cada diez empresas inspeccionadas en Vigo, en tres se descubre algún sistema de espionaje que no ha sido instalado precisamente por quienes la dirigen. "A muchos un buen sueldo no les llega y se venden fácilmente".

El perfil del espía industrial es el de un hombre que lleva doble vida en lo privado y en lo profesional. "Entra a trabajar en una empresa, en un puesto elevado, y a los tres meses se larga a la competencia". Esto, en apariencia, porque la realidad es que, desde el principio, ha sido fichado por la segunda casa para realizar el trabajo sucio en la primera, que queda sembrada de aparatos de escucha en los enchufes. Los barridos se efectúan de noche o en festivos, cuando no está el personal. Por 1.500 euros, una sala de juntas queda limpia. Cuando son muchos los despachos que hay que revisar, se hace precio: 600 euros por cuarto.

Pero aparte de los barridos, los detectives privados gallegos se dedican cada vez más a la selección de personal. Entre las empresas se ha puesto de moda hacer pasar a los aspirantes a "puestos medios y altos" por el detector de mentiras antes de la decisión final, "y muchos caen en esta prueba", afirma E.D. Conectado al polígrafo, el que pretende el cargo debe responder algunas cuestiones banales y otras de doble filo: "Qué películas ve, si hace deporte, si ha robado y tiene antecedentes, si milita en algún partido, si pertenece a alguna asociación o, incluso, si tiene creencias religiosas". El otro día, recuerda E.D., "un trabajador muy apto fue rechazado para un puesto al descubrirse que había sido profesor de catequesis".

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El polígrafo se usa en Vigo, sobre todo, además de para la contratación de personal, para descubrir "quién se ha llevado el dinero de la caja fuerte", algo que ocurre "con frecuencia". Además, las agencias inmobiliarias lo reclaman, pagando entre 400 y 500 euros por cada empleado que someten a la prueba, cuando sospechan que algún trabajador ha negociado la venta de un piso al margen de la empresa para sacar un beneficio "de 6.000 o 12.000 euros".

Indetec está tan inmerso en este tipo de trabajos que incluso ha sido fichado por la jefatura de polícía de Dallas. Desde hace tres años, en la ciudad tejana, personal de la oficina viguesa se encarga de someter al detector de mentiras a todos los candidatos a agente del orden antes de que entren en plantilla. Pero esta empresa gallega no es la única que ofrece estos servicios. Poco a poco se va extendiendo la práctica entre las 27 agencias de detectives que funcionan en la comunidad, y en Ourense hay una totalmente especializada, Polígrafo Galicia, que acude a cualquier localidad y resuelve a domicilio engaños filiales e infidelidades conyugales. Hay tanto trabajo que el gremio espera como agua de mayo (precisamente), la primera promoción de la diplomatura de Ciencias Policiales. De la Universidad de Vigo saldrán a la calle los primeros detectives privados formados en Galicia, una treintena, dispuestos a cubrir en puestos de prácticas las carencias del sector.

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