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El 'hermano pobre' de la investigación estratégica

El mayor centro técnico de fabricación recibe menos de un tercio de fondos públicos que los de biociencias

La edad de oro de la industria vasca propició que las empresas y centros tecnológicos destaquen hoy en sectores muy avanzados, como la automoción o la aeronáutica, que suponen respectivamente el 16,4% y el 1,4% del PIB de la comunidad autónoma. Las tecnologías de fabricación suponen por ello una de las áreas más maduras de la investigación en Euskadi. Sin embargo, a partir de la reconversión industrial, el Gobierno vasco ha convertido a la biotecnología (0,37% del PIB) en la llave con la que desea abordar una segunda transformación socioeconómica y subirse al podio europeo de la innovación tecnológica.

Ese giro ha afectado a los fondos públicos con los que cuenta la investigación de excelencia. El Ejecutivo ha apostado por la fórmula de los Centros de Investigación Cooperativa (CIC), organismos privados sin ánimo de lucro apoyados por Industria en los que participan empresas y centros científicos y tecnológicos. Con ellos pretende impulsar la investigación básica en las áreas que considera estratégicas, mimando de manera muy especial a los centrados en las biociencias, pese a su menor desarrollo.

El CIC Margune, especializado en el sector conocido como manufacturing -tecnologías y procesos de fabricación de alto rendimiento-, fue el primero en iniciar actividades de investigación cooperativa en 2002. Participan en él empresas de relieve como CIE Automotive o ITP, centrada en la aviación. Biogune (el centro especializado en biomedicina) y Biomagune (biomateriales) no se inauguraron hasta 2005 y 2006, respectivamente.

Sin embargo, Biogune, Biomagune y también los otros dos CIC destacados, Microgune (microtecnología) y Nanogune (nanotecnología), han recibido mucha mayor atención mediática y social. El desequilibrio en la financiación por los organismos públicos resulta evidente. El año pasado, Margune recibió unos seis millones de euros en convocatorias públicas de financiación, mientras que, ese mismo ejercicio, Biogune y Biomagune consiguieron de las instituciones 19,4 y 16 millones, respectivamente.

El director de Margune, Xabier Maidagan, reconoce que la falta de fondos les ha dificultado invertir en publicidad y comunicación tanto como los otros CIC. La investigación en tecnologías de fabricación podría crecer mucho más si contase con recursos para incorporar a los más de 400 especialistas de alta cualificación que trabajan en el sector privado, sostiene.

Las políticas europeas castigan más aún a la investigación industrial, añade, ya que los programas marco de investigación de la UE han dejado de considerarla una línea estratégica. Sin embargo, Maidagan dice aceptar "con deportividad" la apuesta por las biociencias: "Frente a nuestra industria madura, la biotecnología es un sector emergente en el que no hay nada hecho. Requiere un gran esfuerzo para que despegue".

"Queremos transmitir a la industria lo que hacemos"

Con los centros CIC, y también con los centros de excelencia (BERC) que promoverá el Departamento de Educación desde su fundación Ikerbasque, el Gobierno ha pretendido dar un empujón a la investigación básica orientada (centrada en áreas que se consideran estratégicas), frente a la aplicada que ya practican las empresas y centros tecnológicos. Por ello, Xabier Maidagan, director de CIC Margune, sitúa su principal reto en llegar a las empresas: "La guerra es que lo que hacemos se transmita realmente a la industria".

En sus cinco años, el CIC ha pasado de tener cinco socios de centros tecnológicos y universidades a once, que suponen prácticamente la totalidad de la capacidad investigadora en manufacturing en Euskadi, precisa Maidagan. Cuenta también con nueve empresas asociadas y con el apoyo del Gobierno y de la Diputación de Guipúzcoa. El director espera atraer a nuevas empresas y sumar a otros sectores, como el ferrocarril o la energía eólica. Además, pretende tener también el respaldo de la Diputación de Vizcaya.

Los CIC se caracterizan por contar con una doble estructura física y virtual. El peso de cada una de ellas varía de unos centros a otros: mientras que Biogune cuenta con sendos edificios y un equipo de investigación estable formado por alrededor de 100 científicos, Microgune es virtual al cien por cien. No tiene una sede física, sino que su actividad es fruto de la colaboración entre las empresas y los centros socios. Margune empezó su actividad en 2002 como centro virtual, y ha establecido temporalmente su sede en Elgoibar, donde trabajan cuatro personas en las tareas de coordinación y de gestión.

Cinco años de tarea

- Margune tiene como socios a 11 centros universitarios y tecnológicos y a nueve empresas de los sectores de automoción, aeronáutica, maquinaria y máquina-herramienta. Recibe el apoyo del Gobierno y la Diputación de Guipúzcoa.

- Entre 2002 y 2006 presentó 439 artículos en revistas científicas y congresos y 25 patentes.

- Su presupuesto global asciende a unos 10 millones de euros, de los que las empresas aportan el 40% y el Gobierno el 20%. El 40% restante proviene de fondos europeos y estatales.

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