Católicos de base lamentan que los obispos ignoren la realidad social
Somos Iglesia dice que la jerarquía aún tiene "dificultades" con la democracia
"No piensas más allá de ti misma, no eres universal. Tu legalidad raya frecuentemente en la injusticia. Conviértete a la justicia, aunque tengas que rebasar tu propia legalidad. Por ejemplo, cuando discriminas las distintas formas de familia". Es lo que piden los católicos de base a la jerarquía del catolicismo español después de escuchar los mensajes de los cardenales el domingo pasado en la plaza de Colón en Madrid. Reunidos en la plataforma denominada Redes Cristianas, en la que participan 150 colectivos de toda España, son el rostro de la otra iglesia, la que tradicionalmente ha trabajado por un cambio en aspectos como la igualdad entre mujeres y hombres, la democracia interna, el protagonismo del laicado, la opción por los pobres, el diálogo interreligioso, etcétera.
La corriente Somos Iglesia es miembro de Redes Cristianas, y Raquel Mallavibarrena Martínez de Castro una de sus portavoces. Ayer difundió un comunicado en el que lamenta que los obispos presenten de nuevo una visión de la familia como algo monolítico y coincidente con los planteamientos de ciertos sectores de la Iglesia. "Se ignora la realidad de tantos católicos que viven y sienten la familia con acentos distintos pero acordes con los valores del Evangelio. Esto dificulta y casi imposibilita cualquier diálogo sereno dentro de la Iglesia sobre un tema tan importante y tan vinculado a la parte más íntima de las personas y a la vez tan influido por las realidades sociales", afirman en el comunicado.
Somos Iglesia echa en falta en la jerárquica eclesiástica "una defensa de la familia basada en aspectos tan importantes y actuales como la conciliación de la vida laboral y familiar, las dificultades de acceso a la vivienda o la violencia de género". Añade esta corriente del catolicismo: "Parece que el tema de la familia consiste sólo en hablar del aborto, divorcio o el matrimonio homosexual". En su opinión, las intervenciones de los prelados sonaron "a una descalificación de otras realidades familiares distintas de la llamada familia tradicional, lo cual pone en evidencia las dificultades que aún tiene la Iglesia católica como institución en España para participar en el debate democrático y plural propio de un Estado aconfesional".
El coordinador del grupo de Cristianos Socialistas del PSOE, Carlos García de Andoín, animó a "todos los católicos" que discrepen del rumbo que está tomando la Iglesia en España a "tomar posición" frente a quienes "están abusando del sentido de fidelidad y comunión de la mayoría".
La mayor parte de la comunidad católica "no comparte" el espíritu del acto Por la Familia Cristiana del pasado domingo en Madrid, "realizado bajo el sesgo sectario y fundamentalista de algunos movimientos católicos", manifestó a Efe. García de Andoín trabajó durante 12 años en la diócesis de Bilbao, que preside el obispo Blázquez, actualmente al frente de la Conferencia Episcopal y uno de los oradores del acto del pasado domingo.
LAS REFORMAS QUE DISGUSTAN A LOS OBISPOS
Una 'hoja de ruta' para reforzar el laicismo
Las zozobras de los obispos ante este Gobierno empezaron pronto, en octubre de 2004. Y también han resonado en el Vaticano, en la voz del cardenal Julián Herranz, del Opus Dei y miembro de la Curia (Gobierno vaticano). Dijo: "Compartimos la seria preocupación de la Conferencia Episcopal porque el concepto de laicidad del Estado se está transformando en fundamentalismo laicista. Ese laicismo agresivo tendrá repercusiones muy negativas".
¿Tenía -tiene- el Ejecutivo socialista lo que los obispos llaman "una hoja de ruta" para reforzar el laicismo y la aconfesionalidad del Estado y de la sociedad? Los cardenales Rouco y Cañizares creen que sí. Rodríguez Zapatero se ha esforzado en demostrar que no, anunciando públicamente que renuncia a denunciar los acuerdos con la Santa Sede, de 1979. En ellos se sustentan los privilegios y las milmillonarias ayudas que España entrega a esta Iglesia para pagar sueldos de obispos y sacerdotes, los salarios de 30.000 profesores de catolicismo y los de cientos de capellanes castrenses, penitenciarios y en hospitales públicos, o para subvencionar los colegios religiosos concertados, además del mantenimiento de un paraíso fiscal casi completo.
Pese a todo, los recelos del episcopado siguen en pie, como se demostró el pasado domingo.
'Divorcio exprés', aborto y las subversiones del sexo
El sexo siempre pone nerviosa a la jerarquía católica, pese a haber sido un asunto desprovisto de importancia entre los primeros cristianos -hasta que san Ambrosio en el siglo IV introdujo el debate del celibato de los eclesiásticos. Las declaraciones del obispo de Tenerife sobre homosexualidad y abusos a menores lo han vuelto a demostrar.
"Un homosexual no es normal", sostienen los prelados. Por eso dibujan una España sexualmente subversiva, culpando casi siempre a los Gobiernos: abortos sin condiciones, divorcios exprés, amor libre, preservativos en venta en cada esquina, parejas de hecho, píldoras del día después... "La revolución sexual ha separado la sexualidad del matrimonio, de la procreación y del amor", dice la Conferencia Episcopal, que ve al español como un "sujeto débil, arrastrado por los impulsos". La legalización del matrimonio -con este nombre- entre personas del mismo sexo ha sido la gran "subversión". No lo perdonan. Tampoco el PP, que tiene recurrida la ley.
Y junto a ello, que Zapatero quiera ampliar la despenalización del aborto, legalizar la eutanasia, investigar con embriones, etc. En algunos de estos casos, el Gobierno ha dicho que no hará lo que los obispos suponen que va a hacer. Pero es como si ya nadie escuchara a nadie.
La educación de los jóvenes y la enseñanza religiosa
Los cuatro acuerdos firmados el 3 de enero de 1979 entre el Gobierno de Adolfo Suárez y el Estado vaticano -sobre asuntos jurídicos, asuntos económicos, enseñanza y asuntos culturales, y sobre asistencia religiosa a las Fuerzas Armadas y el servicio militar de clérigos- terminaron sólo a medias con el Concordato nacionalcatólico de 1953. Por eso fueron rechazados airadamente por los socialistas, que los consideraron un trágala del débil Ejecutivo suarista, además de preconstitucionales, e incluso inconstitucionales.
Pronto se vio que la enseñanza iba a ser, de los cuatro pactos, el caballo para muchas batallas. Lo sufrió Felipe González cuando aprobó la LODE en 1985, y el problema arreció frente a Zapatero cuando este Gobierno suspendió, nada más tomar el poder, la entrada en vigor de la reforma Aznar, abordando una propia. Hubo muchos motivos de desacuerdo, pero la imposición de la asignatura Educación para la Ciudadanía -también recurrida por el PP-, acabó en incendio general.
También lamentan los obispos que el Ejecutivo haya buscado solución -insatisfactoria para todos, por cierto- al conflicto de los profesores de religión, que contrata y paga el Estado, pero que los prelados pretenden despedir cuando quieran.
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