A vender intimidades

El último libro escrito sobre Cary Grant destapa su homosexualidad; en una biografía no autorizada se le presume a Tom Cruise similar tendencia sexual; Jodie Foster ha declarado abiertamente tener una novia... Dicen los cronistas que estas revelaciones convulsionan el mundillo de Hollywood. Tonterías. A las gentes de allí no les sorprenden semejantes nimiedades. Son cotilleos que sólo interesan fuera de Hollywood. La vieja cadena sigue vigente: los estudios aceptan el cotorreo, fingen escandalizarse, más tarde lo desmienten, no vayan a enfadarse las familias y demás. Y si lo gay está de moda, sacan del armario hasta a algún muerto. Business is business.

La vida privada de los artistas de la pantalla atrae a veces más que sus propias películas. Hemos visto cómo Cruise defraudaba las expectativas de taquilla aun siendo portada continua de revistas, y no hablemos de Jodie Foster. El mismísimo Javier Bardem, a pesar de su presencia habitual en todos los medios, no arrastró masas a ver Los fantasmas de Goya, de Forman, ni tampoco con Antes que anochezca, de Schnabel, a pesar de que por esta película había ganado el premio de interpretación en diversos festivales, entre ellos el de Venecia, y de haber obtenido la candidatura a los premios Globo de Oro de aquel año 2000. Su segunda candidatura a los premios Globo de Oro, por Mar adentro, fue, por el contrario, un taquillazo. Y es que los actores no tienen la llave del éxito, aunque su vida interese a todos. ¿Qué ocurrirá con No es país para viejos, por la que de nuevo Bardem ha sido seleccionado candidato a los premios Globo de Oro?

Gratas sorpresas

Hay otros actores, muchos, de los que no sabiendo nada nos sorprenden gratamente, como el veterano canadiense Gordon Pinsent con su sensible réplica a Julie Christie en Lejos de ella. Igualmente sucede con el sorprendente joven italiano Elio Germano de Mi hermano es hijo único, o con la bella desconocida Wei Tang en Deseo, peligro, de Ang Lee.

El interés por la vida de los actores llega incluso a los más alejados del estrellato. La fundación Aisge acaba de publicar 11 autobiografías de otros tantos intérpretes secundarios, cuyos nombres poco dirán al gran público: Enrique Cazorla, Josefina Calatayud, Antonio Gutti, Concha Leza... No son juguetes rotos ni mucho menos, pero varios de ellos desprenden frustración -"me siento amargado, fracasado, aislado", dice el más pesimista, Manuel Sierra-, otros ofrecen bonhomía y buen humor, pero hay quien cae en "la tentación de magnificar las naderías de sus insignificantes carreras", según critica en su libro el actor Luis Gaspar. Unos tanto, y otros tan poco.