1 de enero con duende

El Guirria de San Juan de Beleño, en el concejo asturiano de Ponga, preside el aguinaldo en la mañana del 1 de enero. A caballo le acompañan una veintena de mozos, y a prudente distancia van en burro algunos niños. El escenario, rodeado de montañas, es majestuoso; el frío, omnipresente. Ese frío actúa como elemento disuasorio para curiosos poco informados, de manera que quienes acuden son fundamentalmente los protagonistas: diferencia entre espectáculo y rito. Mucho de lo segundo tiene este aguinaldo pongueto que, con más de 15 siglos de historia, es una de las fiestas más antiguas de Asturias.

El 31 de diciembre se sortean las parejas de mozos y mozas metiendo en un sombrero papelitos con los nombres. "Entre los que quedan en cantaru, es decir, desparejados, se elige el Guirria. Sólo nosotros sabemos quién es", dice Pedro Santos, uno de los chavales organizadores. La identidad se oculta tras una máscara de la que penden luengas barbas negras. Su indumentaria la remata un alargado caperuz cónico, viste un traje bicolor, y porta un palo y un saco con cenizas.

El concejo asturiano de Ponga recibe 2008 con El Guirria, un personaje transgresor en forma de trasgo besucón y bailarín que divierte a los más pequeños con trastadas.

Tiene un objetivo claro: besar a las mozas que encuentre en su camino, que recorre desde Beleño hasta la vecina Cainava, regresando al lugar de origen. También piden el aguinaldo casa por casa cantando: "Pase feliz Año Nuevo / toda esta vecindad, / nosotros les deseamos / salud y prosperidad". Les dan dulces, comida, bebida y dinero. Los más pequeños cenan comunitariamente esa noche, y los mayores, el 5 de enero.

El Guirria salta, brinca, alborota y tiene la facultad de cumplir su santa voluntad. Y es bien recibido. Muy pocas chicas se resisten a su beso, con lo cual se ahorran recibir una lluvia de cenizas, signo de infertilidad y mal agüero. Otra cosa podía suceder en tiempos pasados, cuando las transgresiones eran transgresiones, y las normas, normas.

Como también otro era el significado del emparejamiento llevado a cabo en Nochevieja: las parejas así formadas comparten regalo, cena y al menos un par de piezas, obligatoriamente, en la verbena del Guirria, el 5 de enero. Lo que suceda después ya es cosa suya.