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Del gusto por el lujo de Blair al ascetismo de Prodi

¿Cómo pasan sus vacaciones otros líderes occidentales? En Estados Unidos, los presidentes suelen residir en su casa familiar, pero nunca en el extranjero. El presidente se desplaza a bordo del Air Force One. El actual vicepresidente, Dick Cheney, fue criticado por participar en cacerías en lujosas fincas privadas.

En el Reino Unido, el ex primer ministro Tony Blair fue censurado a menudo por sus lujosos gustos vacacionales. En los últimos años de su mandato, prefirió alojarse en las imponentes mansiones de sus amigos multimillonarios o famosos en el Caribe. Este gusto por el lujo desató aceradas críticas en agosto de 2006, cuando fue fotografiado en camiseta a bordo de un yate mientras los británicos se encontraban en situación de alerta máxima antiterrorista. Su silencio durante el mortífero maremoto de 2004 en el sur de Asia -mientras Blair descansaba en Sharm el Sheij, en la costa egipcia del mar Rojo- fue también motivo de indignación popular. Su sucesor en el cargo, Gordon Brown, se ha esforzado por desmarcarse del estilo Blair y ha asegurado que pasará sus vacaciones "en casa" o en localidades turísticas del sur de su Escocia natal.

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La canciller Angela Merkel, que no suele informar al público de sus desplazamientos privados, paga de su propio bolsillo sus vacaciones, aunque el presupuesto federal alemán se hace cargo de su escolta personal, integrada por tres o cuatro personas. La cancillería no dispone de una residencia de verano oficial. Los jefes de Gobierno belgas pasan generalmente sus vacaciones en chalés alquilados en la Costa Azul o en Italia.

En Italia, el multimillonario ex primer ministro Silvio Berlusconi tiene la costumbre de disfrutar de sus vacaciones en su finca de la isla de Cerdeña, donde solía invitar a los principales líderes europeos, como los antiguos jefes de Gobierno de España, José María Aznar; de Reino Unido, Tony Blair, y de Francia, Jean-Pierre Raffarin, o al actual presidente ruso, Vladímir Putin. Berlusconi, que solía celebrar numerosas fiestas con motivo de las visitas de sus homólogos, viaja a la isla del Mediterráneo con sus propios aviones y helicópteros.

En los últimos veranos, los fotógrafos de la prensa italiana suelen asistir en Bolonia, ante el domicilio particular del primer ministro, a la salida de vacaciones de Romano Prodi y su esposa, Flavia, en dirección a la localidad toscana de Castiglione della Pescaia. Prodi conduce su automóvil, un Fiat Croma, sobre el que carga una bicicleta.

© Le Monde / EL PAÍS

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