Lydia Mendoza, reina de la canción chicana
Rompió los estereotipos sobre la mujer con 'Mal hombre'
Lydia Mendoza, la gran dama de la canción chicana, de 91 años, falleció el jueves 20 de diciembre, en una residencia de San Antonio (Tejas).
Mendoza fue la primera estrella femenina surgida de la comunidad de mexicanos residentes en EEUU y sirvió de inspiración para las cantantes chicanas posteriores.
La historia de Lydia Mendoza conecta con los tiempos heroicos de la industria fonográfica, cuando los cazatalentos se desplazaban con un equipo de grabación en busca de artistas, descubriendo nuevos mercados en unos Estados Unidos que contaban con nutridos enclaves étnicos.
Ella, nacida el 13 de mayo de 1916 en Houston, pertenecía a una familia musical. En 1928, los Mendoza acudieron al reclamo de un anuncio en la prensa y, como Cuarteto Carta Blanca, registraron diez canciones en un hotel de San Antonio para Okeh, subsidiaria de Columbia. En 1934, Lydia ganó un concurso radiofónico y grabó para el sello Bluebird (sucursal de RCA), tanto en grupo como en solitario. De esas sesiones salió su primer gran éxito, Mal hombre, que rompía los estereotipos machistas de la canción chicana, donde se solía demonizar a las mujeres.
Aunque Lydia tocaba varios instrumentos, se especializó en cantar con su guitarra de doce cuerdas. Evidenciaba así una sensibilidad ranchera que la distinguía de solistas de Tejas como Rosita Fernández, Chelo Silva y Eva Garza, que tendían a las canciones románticas con acompañamiento orquestal. En realidad, Lydia cultivó un repertorio variado, desde tangos a boleros. A partir de Mal hombre, se produjo una identificación del pueblo con ella, un cariño manifestado en apodos como La Alondra de la Frontera o La Cancionera de los Pobres.
Otros éxitos suyos fueron Celosa, Amor de madre, La Valentina, Puño de tierra, o Ángel de mis anhelos.
Lydia mantuvo gran actividad hasta que, en 1988, quedó parcialmente paralizada. Grabó abundantemente para compañías locales, colaborando con figuras chicanas como Narciso Martínez, Valerio Longaria y Beto Villa, aparte de sus hermanas menores, populares como Hermanas Mendoza. Con la emergencia política de los hispanos, Mendoza obtuvo el reconocimiento oficial: la mujer que cantaba en carpas para peones agrícolas terminó en la inauguración presidencial de Jimmy Carter en 1977 y recibió la Medalla Nacional de las Artes de manos de Bill Clinton en 1999. Con la ayuda de sus hijas, escribió Lydia Mendoza: a family autobiography; posteriormente, su odisea creativa quedó reflejada en Lydia Mendoza's life in music, un tomo de Yolanda Broyles-González.
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