La larga espera del Estatuto

"Si hoy en día tenemos Estatuto, no fue gracias a la presión de la sociedad, ajena al proceso, ni a la acción de un nacionalismo entonces dividido y sin representación institucional, sino gracias a una clase política a la que este libro quiere homenajear, consciente de lo que se jugaba, y entre la que nos encontrábamos los socialistas gallegos". A partir de esta tesis, el diputado del PSdeG-PSOE en el Congreso Ceferino Díaz reconstruye los meses que, entre 1979 y 1981, decidieron la actual ordenación política de Galicia en el libro A esforzada conquista da autonomía. Díaz presentó el volumen ayer en Santiago de Compostela, con la plana mayor y menor del PSdeG entre el numeroso público, junto al presidente de la Xunta Emilio Pérez Touriño, el editor de Galaxia Víctor Freixanes, el director de Galicia Hoxe Caetano Díaz, que habló de Ceferino Díaz como un "pura sangre del piñeirismo", y la historiadora María Xosé Rodríguez Galdo .

"Si hay Estatuto, fue gracias a la clase política, no a la movilización"

"Los medios de comunicación jugaron a favor de la reforma"

Ceferino Díaz definió A esforzada conquista da autonomía como "la aportación de la visión de los socialistas para la historia común, pero no es una lectura absoluta; son los lectores los que deben completarla". El panorama que dibuja el trabajo de Díaz coloca a la UCD, electoralmente mayoritaria en Galicia y al frente del Gobierno del Estado, en una posición de total dependencia centralista, mientras que las izquierdas -PSdeG y PCG- tiraron del carro hasta situar el Estatuto gallego a la altura del vasco o el catalán. "En el libro intento explicar las claves de cómo pasamos de un lugar privilegiado [el que otorgaba a Galicia haber tramitado un Estatuto durante la II República] a sufrir la imposición de un Estatuto devaluado", afirmó Ceferino Díaz, "hasta los posteriores pactos del Hostal y la reforma del texto de UCD".

Díaz, entonces secretario de relaciones políticas de los socialistas en Galicia procedente del PSG de Xosé Manuel Beiras, se refirió a "la larga espera" que precedió a los acuerdos del Hostal dos Reis Católicos. "Después de las movilizaciones de finales de 1979 [las manifestaciones de diciembre contra el Estatuto da aldraxe se consideraron las mayores de la historia de Galicia] llegó un 1980 en el nadie se movió". Esos dos años, que el autor de A esforzada conquista denomina "perdidos", retrasaron el proceso estatutario respecto de Euskadi y Cataluña, las otras dos nacionalidades históricas según la Constitución de 1978.

"Finalmente el Estatuto es una realidad porque los políticos lo trabajamos en la Transición", señaló, "junto a unos medios de comunicación que jugaron un importante papel en la espera que desemboca en los pactos del Hostal". La altísima abstención en el referéndum de diciembre de 1980 apuntala la idea de Díaz sobre la escasa implicación de la ciudadanía: apenas votó un 28,26% del censo.

Pero la lectura global resulta totalmente positiva. "El proceso acabó de la mejor forma posible, con la reunión de todos los partidos en torno al Estatuto de 1980; la prueba de ese éxito está en que los partidos que rechazaron el proceso en su día hoy gobiernan Galicia", concluyó el diputado. La UPG y el PSG, en la actualidad integrados en el BNG, defendían la abstención en el referéndum y, en el caso de la UPG, se negaban a participar en la instituciones.

El presidente Pérez Touriño cerró el acto con el recuerdo de sus orígenes militantes comunes con Díaz: "Pertenecíamos al grupo de Económicas, y aunque nuestros compromisos políticos nos llevaron a organizaciones distintas, nuestros objetivos coincidían, una Galicia libre y democrática en una España libre y democrática". A pesar de que Pérez Touriño formaba entonces con los comunistas, reconoció el "liderato" de los socialistas en las negociaciones del Estatuto, "el único partido de la izquierda con capacidad de maniobra para incidir en el resultado del proceso autonómico". Touriño reivindicó el carácter "socialdemócrata, galleguista, federalista y no nacionalista" del PSdeG, que entiende Galicia como "una nación de ciudadanos".