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Columna
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Rajoy se va de software

Mariano Rajoy ha presentado una nueva web, con imágenes de su infancia, sus preferencias, su afición al ciclismo, su gusto por los platos de cuchara, sus diatribas y otras conmovedoras estampas biográficas; Francisco Camps ha anunciado solemnemente una gran cumbre empresarial, para el 8 de enero, que échenle ustedes paciencia a tanta y tan épica pretensión. Así es que de entrada y de salida, ya saben que nos van a dar las fiestas estos populares de cachiporra, que saldrían más favorecidos en la foto si se entregaran al belenismo doméstico y a la matraca, entre sus más allegados. Mariano Rajoy se ha confiado a las manualidades de Gabriel Elorriaga, quien pretende acercarlo a los internautas, para que lo conozcan más y puede que peor. Francisco Camps, quien según parece está evangelizando al pagano de José Joaquín Ripoll, lo que tiene tela, va de rebote y quiere hacerle la rosca a un empresariado alicantino muy mosqueado. Uno y otro están situándose en posición de combate. Mariano Rajoy como software no parece que tenga porvenir, aunque uno se lo baje hasta la calle, con charanga y consignas. Además, en su web hay un reloj que va descontando segundo a segundo y el artefacto con su siniestro temporizador te hiela el resuello. Francisco Camps tendrá que recurrir a Calatrava, para que tienda un puente de la Generalitat a la Cámara de Comercio de Alicante, y de paso que les construya un aula impermeable a los alumnos del colegio del barrio de Benalúa, y de otros muchos, que llevan años casi a la intemperie o como si dieran las lecciones en el Palau de les Arts, cuando las lluvias. Mariano Rajoy, en su condición virtual, tiene las horas contadas. Los cuartos descontados los pagamos los ciudadanos de esta autonomía administrada por Francisco Camps. Si Mariano Rajoy ha hecho de su fervor constitucional una idolatría y de su concepto de la unidad una epidemia de descalificaciones, Francisco Camps ha hecho de la ciudad de Valencia una unidad de destino en lo descomunal. Si Mariano Rajoy tiene a sus pretorianos Acebes y Zaplana, para que lo lleven bien tieso y que lo amonesten cuando le pega la duda, Francisco Camps tiene el norte de su comunidad bajo la bota de su implacable Carlos Fabra, cuyo caso ya ha ocasionado el traslado de siete jueces. Uno y otro, el cuerpo del PP, han elaborado la fórmula política de la subvención, más generosa o parva, según, que provoca el silencio, la resignación, el olvido y la indiferencia, en amplios sectores sociales. No son fáusticos, no compran almas, que el alma es volátil pero no votante. Compran voluntades y sumisiones. Compran dignidades insolventes y convicciones de escaso calado. Y funciona la fórmula y el humillante mercadillo. Entre la web de Rajoy y la cumbre de Camps, la Nochevieja cae el 9 de marzo. Y qué prórroga. Mientras tanto, ándense con mucho tiento. Rajoy va por todos los ordenadores con sus voluntarios populares, y ese inquietante tictac, tictac, tictac. Procuraré no abrir mi PC cuando calcule que va a explotar. Ignoro dónde irá a caer Rajoy, pero no quisiera caer en ningún sitio y menos en el suyo.

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