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330 enfermos cardiacos del Marañón se quedan sin un servicio especial

El hospital asegura que redistribuirá a los pacientes en otras consultas

Álvaro Corcuera

"Es lo único que quiero, que se solucione y nos traten bien", dice José Pérez, prácticamente entre lágrimas. Este hombre de 65 años padece una insuficiencia cardiaca. Tras 15 años con problemas de corazón, el pasado septiembre sufrió la peor recaída. Sus pulmones se encharcaron y su corazón agonizaba. El médico se lo dijo claro, tenía que acudir a la unidad de insuficiencia cardiaca del hospital de día del Gregorio Marañón. Fue mano de santo: "Estaba empezando a mejorar". José habla en pasado, porque la Consejería de Sanidad cerrará la unidad el próximo 28 de diciembre. Y no se trata precisamente de una mala inocentada.

Un enfermo se queja de que le han remitido al médico de cabecera

En la unidad hay 330 pacientes, que reciben un tratamiento personalizado. Por ejemplo, José acude a la consulta una vez por semana. Allí se pesa, le hacen un análisis de sangre y le inyectan un medicamento para que orine con facilidad. Lo necesita porque su cuerpo se hincha a la mínima. Otros pacientes reciben distintos tratamientos, cada uno adecuado a su problema específico: 21 de los 330 enfermos reciben los cuidados en sus casas. José asegura que está "contentísimo" con la consulta y el trato recibido de médicos y enfermeras. Y, junto a sus compañeros, pide que no se lo cierren.

El pasado lunes, la consulta parecía un velatorio. Había mucha preocupación y tristeza entre los pacientes y sus familiares. Gloria tiene a su madre en casa desde hace dos meses. "A mi madre ya no van a venir a verla nunca más", se queja. Regina Pérez, la madre de 84 años, pregunta: "Hija, ¿cómo voy a salir de ésta?". Tiene mucho miedo, igual que José. Entre el personal que ha atendido a los 330 pacientes también hay preocupación. Una enfermera comentaba a unos pacientes en voz baja esta semana: "Nos están amenazando". A tenor de sus palabras, el hospital no parece aceptar que ellos también protesten.

La Consejería de Sanidad reconoce el cierre de la unidad, pero desmiente que los pacientes vayan a quedar desatendidos. "Todos los pacientes van a ser redistribuidos en consultas de cardiología y de medicina interna", dice un portavoz. Según él, los pacientes ya están siendo informados de esos cambios. Pero algunos enfermos consultados por este periódico niegan haber sido informados. En el caso de José le han dicho que vaya al médico de cabecera. Si le envían al cardiólogo, dice que no será suficiente: "Te dan hora cada seis o siete meses. Yo no tengo tanto tiempo". En cuanto a Regina, que hace dos meses que no sale de casa por su enfermedad, sí que ha sido derivada a una consulta de cardiología. "Pero el seguimiento que le hacían y las visitas a casa las pierde", cuenta.

Los 330 pacientes que pierden su unidad de insuficiencia cardiaca se están organizando. El pasado lunes algunos de ellos se intercambiaban los teléfonos. La preocupación era muy grande entre todos. Mientras algunos apostaban por llamar a los medios de comunicación, otros optaron por llamar a la Asociación del Defensor del Paciente. Carmen Flores, su portavoz, exigió ayer que Sanidad reconsidere su decisión de cierre.

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Sobre la firma

Álvaro Corcuera
En EL PAÍS desde 2004. Hoy, jefe de sección de Deportes. Anteriormente en Última Hora, El País Semanal, Madrid y Cataluña. Licenciado en Periodismo por la Universitat Ramon Llull y Máster de Periodismo de la Escuela UAM / EL PAÍS, donde es profesor desde 2020. Dirigió 'The Resurrection Club', corto nominado al Premio Goya en 2017.

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