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Columna
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Camps va de 'croupiers'

Mientras Zapatero y Rajoy esperan que se les adjudiquen los platós donde ofrecerán al respetable un duelo dialéctico, en dos jornadas, Francisco Camps se excita en la intimidad, con naipes, tapetes verdes, ruletas de pálpito y cubiletes de cuero y fieltro. El azar planea sobre el desierto de Los Monegros y en Los Monegros se despereza el resplandor de decenas de casinos, campos de golf y complejos de ocio. Europa buscará en España, y en esta comunidad, además del sol, la rueda de la fortuna. Tahúres de oficio, ventajistas, elegantes caballeros y misteriosas damas de corazones, se incorporarán a nuestro pintoresco turismo de cerveza enlatada y bocadillo de mortadela o tortilla de patatas, si prospera la estratagema que ha diseñado Francisco Camps: háganse con las fichas en las casas de juego de Los Monegros y luego disfruten de sus ganancias en las playas valencianas. La atracción de la suerte es el anzuelo para pescar a los jugadores y darles un chapuzón en las aguas del Mediterráneo. Después de que el Tribunal Constitucional haya respetado la letra y el espíritu del Estatut valenciano, el presidente de la Generalitat no solo se conforma con recibir las aguas excedentarias del Ebro, sino que pretende encauzar toda la clientela de las futuras timbas que se levanten en las comarcas orientales de Aragón, una vez se hayan echado sus buenas manos de black jack, de póquer o de dados. Camps ha apelado a la sinergia entre aragoneses y valencianos, y no ha tenido reparo alguno en alabar a su homólogo aragonés, el socialista Marcelino Iglesias, y a todo el Gobierno de aquella autonomía, con el que siempre ha estado a la greña, por su "brillantísima idea" y la "apuesta muy inteligente y muy valiosa" que supone esa nueva y rutilante colonización de unos parajes expuestos a todo tipo de especulaciones y estragos ecológicos. Me consta que el envite de la sinergia que se ha marcado Camps ha dejado fuera de juego a muchos, incluyendo a los de su misma especie, que muy posiblemente, como si fueran estudiantes de enseñanza media, no conocen su significado, ni están preparados para interpretarlo. Otros, sin embargo, se han pasado por los forros conceptos y expresiones, y sencillamente se han apresurado a subirse el sueldo, como si subieran por una escalera de color. Alguien ha estimado que esa subida se debe al aumento de la cesta de la compra. Pero si el IPC está en el 4,1%, pocos se explican por qué al presidente de la Diputación Provincial de Alicante, el popular José Joaquín Ripoll, se le aumentará el salario en un 37%. Pocos se lo explican y a muchos se les antoja que con los dineros de todos los contribuyentes se perpetren abusos es más que una desvergüenza, todo un atraco. Y eso, con la abstención del Grupo Socialista, si bien su portavoz, Roque Moreno, ha manifestado: "Estamos en contra de cualquier subida del sueldo de los diputados y haremos lo posible para que no se apliquen". Así que ojo avizor. Con frecuencia y lamentablemente, la rueda de la fortuna está más en las urnas que en las timbas. Cuántas patadas habrá que dar en tantos traseros, cualquier día de los que están por venir.

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