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Columna
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Kirguizistán, más o menos

Convendrán las autoridades, incluso las más analfabetas del lugar, que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico no es una célula bolchevique. Y dos, que el Informe PISA de educación que patrocina la citada OCDE y sitúa a España en un equidistante puesto entre Finlandia y Kirguizistán en conocimientos científicos, matemáticos por descontado y de comprensión lectora por parte de los estudiantes de la demarcación, no debe alterar el ánimo del paraíso. La metodología de los evaluadores y el tamaño de la muestra seleccionada en cada uno de los 57 países que ilustran lo mal repartido que está (también) el conocimiento, deja amplio margen para justificaciones políticas y otros descargos contra el cálculo aleatorio. Pero el asunto tiene su enjundia. Por eso resulta más inexplicable que los centros educativos valencianos no tomaran parte en la evaluación. ¿Había miedo a que preguntaran de qué color era el caballo blanco de Santiago, y alguien respondiese fucsia? Rehuir la prueba suscita más reservas sobre la clasificación de Kirguizistán, aunque despeja cualquier duda sobre nuestra distancia respecto a Finlandia, donde tal vez los obispos van en trineo, pero desde luego no consta que invadan territorios ajenos al negociado de almas. Como se sabe, en aquellas frías latitudes toda la escolarización es de titularidad pública y gratuita, desde párvulos hasta el doctorado, incluyendo transporte y comedor. Los inmigrantes también van exclusivamente a la pública. Como aquí, aunque no es igual, ¿verdad? También cuentan con un profesorado respetado, motivado y no hay broncas políticas sobre el modelo.

En resumen, ellos tienen Nokia y nosotros Manhattan, palacio anfibio, circuito de bólidos, jolgorio a granel, más farolas que en Paris y avales a discreción para el fútbol y la construcción, valga la redundancia. No se entiende, pues, que el consejero Alejandro Font de Mora disipe su parte alícuota en nuestra incierta clasificación. Al cabo, nadie cuestiona sus habilidades. Ni consta que en su calidad de forense titulado algún inerte le haya protestado una mala incisión de bisturí. Ni una queja. Pero algo tendrá que ver la autoridad, si la hubiera, con el consumo cultural de la parroquia, nada finlandés, por cierto. Que el último libro leído por el 34% de los valencianos fuese regalado o que casi un 60% no haya leído uno en los últimos 12 meses dice bastante sobre actitudes y comportamientos. La presidenta de las Cortes, Milagrosa Martínez, admitió haber desechado una convocatoria del Senado que le llegó por correo electrónico. Si no la trae el correo del zar o no lleva sellos, sospecha que es una broma. El alcalde de Catarroja, que también cobra como vicepresidente de la Diputación de Valencia, actuó el otro día en Titaguas. Se abría un museo en memoria del botánico Rojas Clemente, natural de allí mismo. Francisco Chirivella, que así se llama el ilustre, tomó la palabra para desear que disfrutase de la inversión... todo Gestalgar. Como advirtió otro aborigen, "En ser negre, botifarra!" Se van a enterar los vikingos.

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