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Reportaje:

La Intifada, 20 años después

Hamás anuncia que combatirá los acuerdos de paz de Annapolis

"No se podía haber elegido mejor lugar para reflejar el significado de la conferencia celebrada el 27 de noviembre en Estados Unidos", explica en su casa de la ciudad de Gaza Jalil Nofal, uno de los líderes de Hamás. "Ana significa yo en árabe. Ana Polis quiere decir soy el policía. Ése es el mensaje que envió George Bush".

Se cumplen hoy 20 años del estallido de la primera Intifada, la misma fecha en que un grupo de hombres se reunió para fundar el Movimiento de Resistencia Islámica, que vio la luz cinco días después. Hamás goza hoy de arraigo popular. Pero también suscita un profundo odio entre sus enemigos: Israel, Estados Unidos, Al Fatah...

En opinión de los líderes fundamentalistas, la presencia del presidente palestino, Mahmud Abbas, y de los ministros de Exteriores de los países árabes en Annapolis es sólo un paso más en el camino de la rendición. Ellos no están por la labor. "Sabemos que el bloqueo económico va a continuar. Plantaremos verduras en los tejados, pero no claudicaremos", comenta Nofal.

Los jefes islamistas admiten que hoy no lograrían el caudal de votos de 2006
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Hamás fue el gran marginado en la conferencia, aunque Bush, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, Abbas, y los ministros de Exteriores árabes tenían en mente a los islamistas. Sin ser citados, su sombra se hizo patente. "No cederemos la victoria a los extremistas", proclamó Bush. La organización fundamentalista replica que su proyecto no es radical y confía ciegamente en que los palestinos, tanto en Gaza como en Cisjordania y en el exilio, no respaldarán las concesiones de Abbas. Están convencidos de que el proceso iniciado es sólo un mecanismo "para tratar de eliminar la resistencia de Hamás". "El pueblo está con nosotros. Vamos en la dirección correcta", dice Nofal.

Si Abbas calificó la reunión de Annapolis y la negociación que comenzará el miércoles como "un movimiento en el camino irreversible hacia un acuerdo de paz", Hamás, que rechaza dar un paso atrás en sus reivindicaciones, denigra la iniciativa y el discurso del mandatario. Opinan los islamistas que en los planes del presidente no se atisba un Estado palestino que pueda considerarse viable, y que lo único que pretende Israel es normalizar relaciones con los Estados árabes sin necesidad de llegar a un acuerdo de paz.

"Abbas renuncia al derecho al retorno de los refugiados y acepta el intercambio de territorios de alta calidad a cambio de tierras en el desierto. Se pliega a la Hoja de Ruta, que lo primero que establece es la liquidación de la resistencia como condición para aplicar un eventual acuerdo. Eso significa que nunca se aplicará o que cometerán una masacre", dice Nofal.

El diputado Mushir al Masri augura que el proceso de Annapolis está abocado al fracaso: "Israel sólo pretende reforzar la ocupación. Negocia con un presidente palestino débil que no podrá cumplir el pacto porque Hamás está enfrente. Abbas se va a ahorcar solo". "Si intentan que Abbas regrese a Gaza con una bandera palestina y sobre un tanque israelí", advierte Nofal, "habrá graves problemas".

Desde hace tres años, las Brigadas Ezzedin el Kassam, brazo armado de Hamás, no perpetra atentados suicidas en Israel. Así lo pactó a principios de 2005 con Abbas. Un año después, en enero de 2006, triunfaron en las elecciones legislativas, y encabezaron un Gobierno de unidad nacional con Al Fatah, que costó un año forjar en medio de una lucha por el poder que se saldó con cientos de cadáveres. Hasta que en junio, Hamás expulsó de Gaza a los cuerpos de seguridad leales al presidente y a los dirigentes del partido rival. Fue una semana sangrienta, que dio paso al reforzamiento del bloqueo económico asfixiante.

Los jefes islamistas admiten que el castigo indiscriminado al que Israel somete a la población de Gaza les pasa factura. El caudal de votos que lograron hace dos años no sería hoy el mismo. "No se puede negar que el embargo es mortal. Pero no conseguirán aislarnos de nuestro pueblo", asegura Al Masri en su casa de Beit Lahia. Sin embargo, de momento, la estrategia del movimiento islamista no varía. Es la que le ha rendido frutos hasta hoy: ampliar su círculo de fieles inquebrantables. "Nosotros intentamos ayudar todo lo que podemos. La gente lo sabe. Abbas dejó de pagar a 18.000 funcionarios y es nuestro Gobierno quien abona los sueldos. Estamos ofreciendo más ayudas que en periodos anteriores. Recibimos más apoyo financiero que nunca de personas, instituciones y países, sobre todo musulmanes, que no lo dicen públicamente. No nos preocupa el dinero. Tenemos voluntarios para introducirlo en Gaza a través de muchos métodos que no te puedo explicar", sonríe Al Masri.

Simpatizantes de Hamás, durante una marcha contra la cumbre de Annapolis en Rafah, al sur de Gaza, el 30 de noviembre.
Simpatizantes de Hamás, durante una marcha contra la cumbre de Annapolis en Rafah, al sur de Gaza, el 30 de noviembre.AP

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