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Reportaje:

Útil para todo, salvo la Armada

Una marinera pierde su empleo por tener una "personalidad inadecuada"

Miguel González

El 30 de agosto de 2004, la marinera Vanesa de Dios fue expulsada de la Armada por "pérdida de condiciones psicofísicas". Según el dictamen del tribunal médico militar, De Dios padece un "trastorno de la personalidad de incierta reversibilidad y constitutivo de una incapacidad total para el desempeño de las funciones propias del servicio".

Pese a este diagnóstico tan concluyente, su grado de discapacidad se ha evaluado en el 0%; es decir, que puede dedicarse a cualquier otra profesión, salvo precisamente la que ella eligió: la militar. Además, según Defensa, "su enfermedad no se ha producido como consecuencia de un hecho ocurrido durante" su permanencia en filas, por lo que no tiene derecho a percibir una pensión extraordinaria.

La sentencia de la Audiencia Nacional ignora su accidente en el cuartel

Vanesa, de 28 años, natural de Madrid, ingresó en la Armada en diciembre de 1999. Durante ocho meses estuvo destinada en el buque de transporte Contramaestre Casado, luego en el centro de instrucción de San Fernando (Cádiz) y, finalmente, en el Cuartel General de la Armada, en Madrid. Fue allí donde se cayó por una escalera el 13 de diciembre de 2001.

La marinera fue atendida en el hospital del Aire y el Gómez Ulla, ambos del Ministerio de Defensa, de una fractura de tobillo y rotura de ligamentos. Vanesa sostiene que, cuando aún estaba en rehabilitación, sus mandos la llamaban a casa para decirle que no tenía nada y debía reincorporarse. Tras dos meses escayolada y siete de baja médica, volvió al trabajo, pero eso no disipó el recelo de sus jefes, que creían que estaba fingiendo cuando se quejaba de dolor y le ordenaron acarrear muebles, agravando así su lesión.

De Dios recurrió a la Audiencia Nacional, con el argumento de que su lesión de tobillo, y los problemas psicológicos generados por su mala curación, se produjeron en acto de servicio.

Según el expediente, la primera vez que fue atendida en la consulta externa de psiquiatría del hospital Gómez Ulla fue el 24 de enero de 2003, más de un año después de su accidente laboral.

Sobre el tobillo, la sanidad militar expidió hasta siete informes médicos contradictorios entre sí, incluido uno de junio de 2002 recomendando una intervención quirúrgica que nunca se practicó.

El médico forense José Antonio García Andrade dictaminó en el juicio que, debido a las secuelas de su accidente, De Dios no puede saltar ni correr, mientras que el informe clínico de la psiquiatra del centro de Salud Mental Puente de Vallecas (Madrid) escribió que la joven presentaba un síndrome depresivo. "Sin antecedentes psiquiátricos, personales ni familiares", dice el informe, "la paciente refiere que, a raíz de un conflicto laboral, había empezado con síntomas de cansancio, apatía, angustia y tendencia al llanto. Se sentía muy herida, impotente, tratada injustamente".

Pese a ello, la sentencia de la Audiencia Nacional reivindica la "presunción de certeza" del tribunal médico militar cuando declara que la personalidad de De Dios es "inadecuada para las Fuerzas Armadas, pero puede ser perfectamente correcta y válida para otras profesiones e incluso para su vida habitual". Respecto a la lesión de tobillo, dice que, puesto que la junta médica no la menciona, "habría que considerar que resultó curada".

¿Cuál es el origen entonces de la enfermedad que motivó la expulsión de Vanesa de la Armada? Para el tribunal, el problema está en la propia personalidad de la marinera, "de rasgos anómalos de carácter disposicional", que, obviamente, ya tenía entró en la Armada -a pesar de que no se le detectó durante las pruebas de ingreso o en el periodo de instrucción- y que, por ello, no da derecho al cobro de una pensión extraordinaria

La sentencia de la Audiencia Nacional, ratificada por el Supremo, omite que el 12 de febrero de 2005, más de tres años después del accidente, una resonancia magnética determinó que Vanesa seguía padeciendo una rotura parcial de ligamento y un derrame articular.

La marinera asegura que rindió "a pleno rendimiento" durante los cinco años, cinco meses y siete días que llevó el uniforme y atribuye su calvario al propósito de ocultar los errores de algunos médicos que la atendieron.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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