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Reportaje:

Un aniversario agridulce

El aumento de la insatisfacción política y la manifestación de ayer amargan la conmemoración del primer año del Gobierno de Montilla

Enric Company

El Gobierno de José Montilla ha aprovechado en el primer año de su andadura, cumplido el 28 de noviembre, la inercia de los tres años del anterior tripartito formado por los socialistas, Esquerra e Iniciativa Verds-EUiA, el presidido por Pasqual Maragall: aumento de la inversión y del gasto social, reducción del déficit presupuestario, impulso a la educación y las infraestructuras. Ha sido, pues, un año de continuismo en las grandes orientaciones del primer tripartito de las izquierdas, que fue el encargado de romper los moldes de las dos décadas largas de ejecutivos de CiU.

Las diferencias entre este Gobierno y el anterior se han producido más en las formas que en los contenidos. Se acabó el desgavell que tan feliz hacía a la oposición. Es fácil atribuir la paz en la coalición gubernamental a la personalidad retraída y silenciosa de Montilla, que contrasta con el actuar genialoide de Maragall. Pero es inexacto. La decisión de atajar la gresca pública entre los miembros del tripartito fue una opción tomada a finales de la anterior legislatura conjuntamente por Carod, Saura y Montilla. Ahora la aplican rigurosamente.

Esto no ha impedido, sin embargo, que el aniversario fuera saludado con una caída del índice trimestral de satisfacción política (ISP) hasta su cota más baja desde principios de 2006, según el Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat. La manifestación de ayer ha sido la escenificación de este malestar, además de una insólita concurrencia entre parte de la oposición y parte del Gobierno. Ambos datos, la caída del ISP y la manifestación, amargan el aniversario a Montilla.

¿Qué ha pasado, pues? El propio presidente se ha encargado de responder a la pregunta. "Cataluña lleva muchos años creciendo y ahora le tiran las costuras", ha dicho. Se le ha hecho pequeño el traje, en el sentido más material al que la metáfora pueda aludir. En Cataluña se ha pasado de cerrar aulas en los tiempos de Jordi Pujol a saturarlas cada año, con alumnos venidos de medio mundo. 31.000 nuevos escolares en este curso. Hay más de 7,5 millones de tarjetas sanitarias repartidas, camino de los ocho millones. Las autopistas sobrecargadas, los trenes colapsados por causa del AVE que nunca llega y el apagón eléctrico de julio en Barcelona explican mejor que mil palabras a qué tipo de problemas se enfrenta el país.

El Gobierno responde a ellos terminando en este año el desdoblamiento del Eix del Llobregat y adjudicando las obras para desdoblar el Eix Trasversal; proyecta aceleradamente nuevas líneas de ferrocarril, destina 400 millones de euros a una nueva oleada de planes de rehabilitación urbanística para mejorar los barrios degradados. Aumenta las horas lectivas en la enseñanza obligatoria, el número de maestros y profesores, de policías, de profesionales sanitarios. Multiplica por cinco la inversión en investigación, desarrollo e innovación (I + D + I) respecto a 2003.

Al mismo tiempo, elabora entre otras, las leyes del Derecho a la Vivienda, de Derechos Sociales y prepara la de Educación, para afrontar la compleja situación. Y cumple escrupulosamente los plazos en la aplicación del Estatuto de Autonomía, con particular atención a los aspectos económicos, que habrán de permitir un imprescindible salto adelante en los servicios sociales y la dotación de infraestructuras: crea la Agencia Tributaria de la Generalitat, pone en marcha la Comisión Mixta Bilateral con el Gobierno central. Pacta con él la cuantía de las inversiones del Estado en Cataluña en materia de infraestructuras en los próximos siete años, conforme a lo previsto en el Estatuto. Una cifra muy alta: 30.000 millones de euros.

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13 leyes

En este año el Parlament ha dado luz verde a 13 leyes, muchas de ellas preparadas en la etapa del ex presidente Pasqual Maragall. Diez han sido aprobadas con el voto favorable del principal grupo de la oposición, CiU. Destacan la de creación de la Agencia Tributaria de Cataluña, que ha de ser la parte catalana en el futuro consorcio con la Agencia Tributaria del Estado; la del Memorial Democrático, que reconoce a los luchadores contra la dictadura franquista; la de Servicios Sociales, que amplía la atención social a los colectivos necesitados; las del Derecho a la Vivienda, del Instituto Catalán de la Salud y la de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales. Están en trámite parlamentario leyes tan importantes como la de Educación.

Vivienda

El Gobierno ha firmado con los agentes sociales y económicos el Pacto Nacional para la Vivienda 2007-2016. Prevé construir o iniciar las obras de 160.000 viviendas de protección oficial durante este periodo, con un programa de movilización de suelo residencial para un total de 250.000 viviendas; poner en el mercado 62.000 pisos del parque desocupado mediante ayudas directas; rehabilitar 300.000 viviendas; conceder ayudas para instalar 10.000 ascensores, garantizar ayudas para alargar la autonomía residencial a hogares encabezados por personas mayores y conceder subvenciones para otros 60.000 hogares en riesgo de exclusión social. CiU no se sumó al pacto porque se prevé la expropiación del usufructo de pisos desocupados.

Inversiones

Uno de los principales éxitos políticos de este año ha sido el acuerdo sobre la cuantificación de las inversiones del Estado en Cataluña en materia de inversiones previstas en el nuevo Estatuto de Autonomía. Ha quedado establecido en 30.000 millones de euros para el periodo de siete años fijado en la disposición tercera del Estatuto. El pacto alcanzado con el Gobierno se ha concretado con la inclusión en los Presupuestos Generales del Estado para 2008 de partidas de 4.365 millones. Este acuerdo permite enfrentar en mejores condiciones el pacto sobre grandes infraestructuras que el presidente Montilla pretende negociar con la oposición y los agentes ecómicos y sociales.

CiU cree que las inversiones no alcalcan lo estipulado en el Estatuto (18,8%).

Francfort

La cultura catalana fue en octubre la invitada de honor en la Feria del Libro de Francfort, la principal plataforma mundial para el mercado editorial. Y en opinión de los expertos, el Gobierno catalán, receptor de la invitación, supo aprovechar una ocasión que buscaba desde la etapa de los gobiernos de CiU. A pesar de la siempre polémica generada por la preferencia dada a la literatura escrita en catalán, la participación en Francfort se convirtió en el mayor escaparate que los autores catalanes jamás habían soñado. Una expedición de 132 autores, 705 artistas, 63 espectáculos de todos los registros culturales configuraron una oferta que ha comenzado a fructificar en una inédita cantidad de traducciones del catalán a otras lenguas.

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