Protestas en Oxford por una invitación a ultraderechistas
Los críticos suscitan un debate sobre los límites de la libertad de expresión
¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? ¿Qué es más importante, la libertad de expresión o impedir que la extrema derecha se aproveche de la libertad de expresión? Oxford Union, la tantas veces polémica sociedad de debates de la Universidad de Oxford, ha querido plantear el segundo dilema y lo ha hecho por la vía directa: invitando a un debate sobre los límites de la libertad de expresión a dos de los británicos que más han abusado de ella: Nick Griffin, líder del fascista Partido Nacional Británico (BNP), y David Irving, el historiador que en 2006 pasó varios meses de prisión en Austria por negar la existencia del Holocausto de los judíos por los nazis.
No es la primera vez que ocurre un caso así. En septiembre pasado una polémica semejante rodeó a la invitación de la Universidad de Columbia al presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, otro negacionista.
Al cierre de esta edición empezaban a concentrarse en Oxford decenas de personas en protesta por el debate. Se esperaba en torno a un millar de manifestantes y se temía que la extrema derecha aprovechara el revuelo para promover una contramarcha. Un portavoz del partido de Griffin, sin embargo, aseguró que el líder de la extrema derecha se presentaría con su habitual equipo de seguridad, y que no esperaba una gran presencia de militantes del BNP.
Pero probablemente mucho más interesante que el debate convocado por Oxford Union ha sido el debate que ha rodeado a su convocatoria. Algunos creen que ése era precisamente el objetivo del Oxford Union, un foro muy prestigioso, fundado en 1823, pero también muy amigo de los grandes golpes publicitarios. Aunque, al contrario que otros sindicatos estudiantiles, el Oxford Union no se define políticamente, por sus debates han pasado figuras muy controvertidas. En los años sesenta invitó al violento Malcolm X, en los setenta recibió a Richard Nixon, que aparecía por primera vez en público tras ser forzado a dimitir como presidente de EE UU. En los ochenta, Gerry Adams se dirigió al Oxford Union cuando estaba prohibido que los medios británicos reprodujeran su voz y la BBC utilizaba actores para que acompañaran sus imágenes.
Ayer fue el turno de dos racistas, antisemitas y negacionistas. La invitación a David Irving y Nick Griffit tenía como objetivo debatir sobre los límites de la libertad de expresión y no sobre las ideas de esos dos controvertidos personajes. La iniciativa fue puesta el viernes a votación y aprobada por los miembros del sindicato por una amplia mayoría de dos a uno. Pero mucha gente cree que la iniciativa del Oxford Union es, sobre todo, "un estúpido golpe publicitario".
El diputado conservador Julian Lewis se ha dado de baja del sindicato tras una vida entera de militancia. Otras figuras públicas han rechazado invitaciones antes aceptadas para participar en otros actos durante el resto del año. Es el caso del ministro de Defensa, Des Browne, el diputado laborista Chris Bryant o la presentadora de televisión June Sapong.
Otros, como el diputado local Evan Harris, liberal-demócrata, confirmó su participación en el debate con el argumento de que "son las ideas de esos individuos lo que hay que combatir, no su derecho a expresarlas dentro de los límites de la ley".
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