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Columna
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El frentismo

Frentismo viene de frente. Aunque a veces no ocurre así y viene de lado, o sea, de manera oblicua. La reciente aprobación por las Juntas Generales de Álava de la moción, hum, coincidente del PSE y del PP contra el Plan Ibarretxe II La Venganza, y el correspondiente rechazo en las Juntas de Guipúzcoa -más reciente todavía que la buena noticia alavesa- a la misma moción y a los mismos mocionantes por culpa, ¡ay!, de una perversa mayoría vuelve a resucitar el tema del frentismo. Pero no porque PSE y PP se hallen embarcados en eso -sobre todo porque uno no quiere; adivinen cuál de los dos- y tampoco porque se haya producido un rebrote de la nostalgia y se añoren aquellos tiempos en que eso fue posible y casi gobernante, sino porque hay un frente que permanece desde entonces.

El Tripartito funciona como abducción. Que se lo pregunten a Madrazo

Hasta donde uno pueda recordar sin echar mano de la Ley de la Memoria Histórica, ocurrió entonces que quienes inventaron el término frentismo para descalificar aquella unión contra natura -decían, y dicen hoy muchos- fueron los nacionalistas, que vieron peligrar su estilo de vida PRI (Partido Revolucionario Institucional) y se echaron a la contienda con todo, desempolvando un término que debía menos a la inteligencia (tener dos dedos de frente) que a la mala uva, porque sonaba a trincheras y a Falange (el Frente de Juventudes). Lo gracioso es, que pese a ser tan peyorativo, el vocablo de marras se impusiera, y no sólo eso, sino que sobrevive tan pichi y tan lozano. Claro que se conoce como Tripartito.

Con la particularidad de que aquel intento de arrebatar el poder a los nacionalistas revestía la forma de una coalición; el Tripartito funciona, en cambio, como abducción. Que se lo pregunten a Madrazo. Bueno, dudo que respondiera a nada de eso, porque ha tragado carros y carretas y propiamente sólo se le ha indigestado el AVE, pero todo se andará, si es que me siguen, una metáfora perfectamente adecuada a caminos de hierro y velocidades (altas). Con tal de mantenerse en el poder y, en otro caso -el de Tragaldabas Madrazo-, de disfrutarlo, PNV, EA y EB han consolidado un auténtico frente que se ríe de transversalidades (la sacan para encoñar al PSE y que les entre al trapo), de políticas de izquierda (la llamada, ja, ja, Izquierda Unida no sólo no impone nada ahí, sino que se ha vuelto tan de derechas como PNV y EA) y de reconocimiento de la pluralidad vasca -un buen aditivo en los desayunos de la radio y de la tele para pasto de los incautos y de los roba peras- para convertirse en un auténtico rodillo nacionalista que lo mismo apoya La Venganza (Plan Ibarretxe II) que la última sandez de quien nos gobierna.

Lo extraño es que Madrazo y Arzalluz (Ardanza tampoco, pero por otra cosa) no hayan corrido a ofrecerse como testigos y víctimas a la vez, y se hayan puesto en la cola de testificar solicitados por nuestro renacido lehendakari (un suponer: a la gente no le da ni frío ni calor), aunque tuvieran que hacer noches en la acera dentro de sacos de dormir con tal de estar los primeros, como si acudieran a la llamada de las Spice Girls. También hace mucho para que no parezca frente contar con una portavoz como Miren Azkarate, que si estuviera de corresponsal en Irak conseguiría que aquello pareciera una operación de puertas abiertas en las Oblatas. ¿Frente? No, gracias, porque enseguida te ponen los cuernos. Políticamente hablando, se entiende. ¿O no?

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