Una operación con el viento a favor

La de Iberdrola Renovables va a ser la mayor operación de colocación de acciones en la Bolsa del año. Y tiene el viento a favor. La sociedad matriz, Iberdrola, ha decidido poner precio a sus activos de energías renovables, aumentar el número de accionistas comprometidos con el grupo y, de paso, consolidar su imagen de compañía líder en el mundo en energías limpias.

La salida a Bolsa mediante ampliación de capital (OPS) pondrá en el mercado un 20% del capital de la sociedad, valorada en una cantidad que oscila entre los 22.388 y los 29.568 millones. Los títulos empezarán a cotizar el 13 de diciembre a un precio de entre 5,3 y 7 euros. El precio definitivo se cerrará el 11 de diciembre.

Sánchez Galán tiene intención de distribuir a los accionistas entre el 20% y el 25% del beneficio que obtenga la compañía

Las expectativas que maneja el equipo de Ignacio Sánchez Galán son buenas. Las llamadas "energías verdes" están de moda; la energía eólica registra una explosión en todo el mundo y la compañía está bien posicionada. Con todo a favor, ni siquiera la crisis crediticia que azota los mercados parece inquietar a Iberdrola.

La tarta que ofrece la compañía a los inversores está elaborada con 7.342 megavatios de potencia instalados -7.000 de ellos eólicos- y otros 41.200 en proyecto. Y la tarta está colocada, además, en lo más vistoso del negocio energético: el área anglosajona (Iberdrola Renovables es el segundo promotor de parques eólicos en EE UU y el primero del Reino Unido) y España, país en el que controla un tercio del negocio eólico.

El riesgo más significativo que corre el proyecto, y así lo recoge el folleto de salida a Bolsa aprobado esta semana por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), es el regulatorio. Las energías renovables dependen para su desarrollo de las decisiones de los Gobiernos. Pero la creciente preocupación en todo el mundo por las emisiones contaminantes y por el cambio climático no hacen prever excesivos problemas en este apartado. Así las cosas, y tras examinar las operaciones más significativas que se han registrado en el área de renovables en los últimos meses, tanto en EE UU como en Francia, Iberdrola ha dado por bueno el precio que parece marcar el mercado: cada megavatio de energía limpia instalado vale aproximadamente tres millones de euros. Es lo que han pagado recientemente empresas como EDP o E.ON y es lo que quiere cobrar, como mínimo, Iberdrola. Con algún añadido que incrementa el precio, como los contratos suscritos con Gamesa para asegurarse la maquinaria eólica o los activos gasistas que acompañan a Iberdrola Renovables en EE UU tras la compra de Scottish Power y su filial PPM.

Por todo ello, los estrategas de Iberdrola son más que optimistas con la salida a Bolsa. En este sentido explican que la banda de precios en que se mueve la operación es la más realista. La única posible para un Sánchez Galán, con cierta fama de osado, pero que sólo se puede mover en la franja de terreno que marcan el consejo de administración y los grandes bancos de negocio.

Para Iberdrola -y para su presidente- es una oportunidad casi única. Con los ingresos por la venta del 20% del capital de Iberdrola Renovables -entre 4.500 y 5.900 millones de euros- se financiará la instalación de nuevos parques eólicos. El objetivo manifestado por la compañía es alcanzar los 13.600 megavatios instalados en 2010, un 85% más de la potencia instalada actual. Con la salida a Bolsa, la mitad de los nuevos megavatios tienen colchón en forma de millones de euros. La expansión es la idea clave del proyecto. Y expandirse cuesta dinero. Pero pese a todo, Sánchez Galán -así lo recoge el folleto- tiene intención de distribuir entre los accionistas entre el 20% y el 25% del beneficio que obtenga Iberdrola Renovables. Un reto.