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Reportaje:ARQUITECTURA

Espacios para vivir la ciudad

Hace algo más de una década se inició en Colombia un proceso interesante de intervención en las ciudades con miras al mejoramiento de su calidad de vida. A partir del ejemplo de Bogotá, capital de la nación, algunas administraciones municipales han adoptado planes y realizado proyectos en los campos de espacio público, transporte y equipamientos comunitarios que convocan la participación de los profesionales de urbanismo y de la arquitectura mediante concursos públicos o adjudicación directa. A lo anterior se añade que en los últimos cinco años se ha expandido notablemente el sector privado de la construcción, gracias en parte a las medidas económicas adoptadas por el Gobierno nacional y en parte a una gran cantidad de inversión proveniente de distintas fuentes, no claras del todo.

El espacio público ha sido uno de los temas preferenciales en las políticas municipales de intervención urbana

El espacio público ha sido uno de los temas preferenciales en las políticas municipales de intervención urbana. Bogotá dio el ejemplo con los proyectos adelantados por la alcaldía de Enrique Peñalosa Londoño entre 1998 y 2000 cuando se proyectaron y realizaron ambiciosas intervenciones en parques, avenidas, plazas, plazoletas, ciclorrutas y andenes. De ese periodo data el Eje Ambiental de la avenida de Jiménez de Quesada, obra de Rogelio Salmona y Luis Kopec, mediante el cual se transformó una congestionada vía vehicular en un amable paseo peatonal con fuentes de agua y vegetación.

Del mismo periodo data un proyecto bastante interesante, el de la plaza de los Pies Descalzos de Medellín (Felipe Uribe de Bedout, Giovanna Spera, Carlos Calle y otros). En un vacío urbano del sector central de la ciudad se propuso un conjunto formado por el Museo Interactivo de las Empresas Públicas de Medellín y un espacio abierto, mitad parque, mitad plaza, en el que la vegetación, las fuentes de agua y las zonas duras invitan a la participación ciudadana. Dos proyectos le siguieron: el parque de los Deseos, de la misma ciudad (Felipe Uribe de Bedout, 2004) y la plaza de la Luz (Juan Manuel Peláez, 2006), este último asociado a la nueva Biblioteca de las Empresas Públicas Municipales (Felipe Uribe, 2004) en un conjunto urbano de especial valor.

En el campo de los equipamientos comunitarios, la educación y la cultura han ocupado un lugar preferencial en los proyectos oficiales. La iniciativa, nuevamente, la tuvo Bogotá con sus proyectos de bibliotecas públicas y colegios distritales. Tres grandes bibliotecas se construyeron entre 1998 y 2000, la de El Tintal (Daniel Bermúdez), El Tunal (Manuel Guerrero y Suely Vargas) y Virgilio Barco Vargas (Rogelio Salmona). Esta última, localizada en el parque Simón Bolívar, se ha incluido en la lista del patrimonio de la nación y es ya un referente en el imaginario ciudadano.

En Medellín, en la administración del alcalde Sergio Fajardo que ahora concluye, se han construido cuatro grandes bibliotecas públicas asociadas a sendos proyectos de parques urbanos. Las de Santo Domingo y La Ladera (Giancarlo Mazzanti), La Quintana (Ricardo Larrotta), San Javier (Javier Vera) y Belén (Hiroshi Naito y los arquitectos de la Empresa de Desarrollo Urbano). Cada una responde a las condiciones de su emplazamiento y propone una arquitectura novedosa. La alcaldía de Medellín ha emprendido además los proyectos del museo interactivo Explora (Alejandro Echeverri) y del Orquideorama, un espacio destinado a eventos relacionados con el cultivo de orquídeas, que ha merecido varios reconocimientos nacionales (Plan B Arquitectos y J. Paul y Camilo Restrepo). Rogelio Saltona proyectó el centro cultural del barrio Moravia, actualmente en construcción.

Por iniciativa de las entidades universitarias, públicas y privadas, se han realizado importantes obras de arquitectura en Bogotá. Una de ellas es el edificio de posgrados de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia, sede de Bogotá, proyectado por Rogelio Salmona. La Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, por su parte, construyó dos importantes edificios, la sede de la Vicerrectoría de Posgrados y la Biblioteca, ambos obra de Daniel Bermúdez, con la colaboración, en el primero, de Guillermo Bermúdez Umaña.

Una obra excepcional en todo sentido es el centro cultural del Fondo de Cultura Económica de México, proyectado por el arquitecto Rogelio Salmona y localizado en pleno centro histórico de Bogotá. Ésta, su obra póstuma, es un interesante manifiesto de inserción de arquitectura contemporánea en un tejido antiguo y refleja las inquietudes habituales del arquitecto en torno al tema de la relación de los ámbitos público y privado. Salmona, fallecido el pasado 3 de octubre a sus 78 años, es la figura más sobresaliente en el panorama arquitectónico colombiano contemporáneo sobre todo por su interés por la ciudad, su activismo en la defensa del espacio público y de los valores culturales y ambientales del entorno y su actitud polémica.

Se han citado hasta ahora obras auspiciadas por entidades territoriales o académicas. ¿Qué ha pasado en la actividad comercial? Prácticamente nada notable. En los mejores casos, en la vivienda de lujo, por ejemplo, se logran ejemplos decorosos, raras veces interesantes. En otros, por ejemplo en los centros comerciales, se realizan obras de gran tamaño y poca calidad. En este sector hay pautas de rentabilidad que no se pueden incumplir. La calidad de la arquitectura se refleja más en los acabados que en las ideas. Esto no es un fenómeno colombiano únicamente, es un problema universal, propio de la era de la globalización.

Alberto Saldarriaga Roa es decano de la Facultad de Ciencias Humanas, Arte y Diseño de la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá, columnista de periódicos y autor de varios libros.

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