Los zombies muerden a la tele
Ignoro si todavía existen espectadores que se acercan al cine sin poseer referencias de lo que van a ver, guiándose por su instinto, su capricho o su indiferencia, sin estar condicionados por la publicidad, el consejo de gente que consideran fiable, la crítica o la información, por ese ritual, tradición o escape consistente en "meterse en el cine" o por ese anhelo que parece trivial pero cuyo enunciado a mí siempre me ha fascinado por su aroma entre nihilista y metafísico, denominado "matar el tiempo".
Si pertenecen a esa conformista tribu y se tropiezan con REC pueden pensar con gesto estupefacto y mosqueo creciente durante la media hora inicial que han pagado una entrada para ver lo que la televisión les ofrece abundantemente y gratis en los programas de telerrealidad. En ella, una presentadora tan moderna como hiperactiva, locuaz y desinhibida, acompañada de un cámara que intenta registrar hasta el menor detalle, nos muestra la vida cotidiana en un parque de bomberos. Todo es amabilidad y colegueo entre la periodista empeñada en captar la pintoresca realidad y esos hombres encargados de enfrentarse a los temibles desastres domésticos que amenazan a la comunidad.
REC
Dirección: Jaume Balagueró y Paco Plaza. Intérpretes: Javier Botet, Manuel Bronchud, Martha Carbonell, Claudio Font. Género: terror. España, 2007. Duración: 90 minutos.
Y estamos encantados ante la placidez y los tiempos muertos de los heroicos guerreros que se exponen a que el siempre terrorífico fuego les devore, pero, al igual que la conductora de ese programa, estamos deseando que comience la acción pura y dura, que reciban una llamada pidiéndoles auxilio, que se disparen las alarmas.
Cuando eso ocurre y los campechanos bomberos asumen que tienen trabajo nocturno en una comunidad vecinal, alarmada por el incansable e insoportable griterío que está montando una de sus habitantes, los espectadores desinformados pueden pensar que sólo es una prolongación del docudrama, que van a seguir siendo testigos de la profesionalidad de esta gente en un incidente sin consecuencias graves, pero los que conocemos el currículum artístico de los aparentes documentalistas Jaume Balagueró y Paco Plaza sabemos que los gritos de la vieja abren las puertas del infierno, que los zombies se van a poner las botas, que los viciosos del gore van a recibir su ansiada dosis, que el pánico y la enloquecida supervivencia van a tomar el absoluto protagonismo en lo que queda de agobiante metraje.
Y el firmante, que no alberga demasiada querencia hacia este sanguinolento género, reconoce que esa tensión se le contagia un poco, que me llevo algún susto, que hay talento en sus creadores y que consiguen lo que se proponen.
El aquelarre funciona aunque resulte previsible y todo te suene a déjà vu. Lo que más me atrae de REC es su original planteamiento, la sensación de veracidad que desprende esa falsa telerrealidad, la mordaz descripción de los vecinos. Lo único que mi cobardía no entiende es el sentido del deber de ese cámara que sigue filmando a los que se lo van a zampar. Lo normal es que saliera corriendo. Pero si lo hiciera no existiría REC.
Babelia
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