Larry David
No sé cuáles son las relaciones diplomáticas entre el canal TNT (Digital +, dial 45) y La Sexta, pero tampoco deben de ser excelentes porque esta semana se han declarado la guerra cómica utilizando al gran Larry David (Seinfield) como arma arrojadiza. Mientras ese estupendo canal que es TNT emitía dos episodios de la muy esperada serie Curb your enthusiasm, La Sexta repetía el jueves (Series de culto) después de Buenafuente & Bertovisión & Follonero, que estuvieron geniales luego del asalto al palacio de invierno de Zapatero, los dos mismos capítulos de la mejor serie de humor del más corrosivo guionista de la costa Este norteamericana.
Aquí nunca habíamos oído hablar de Larry David después de aquel fracasado intento de Paramount Comedy, excepto que seas un fan del blog Spoiler de Hernán Cacciari (en este mismo periódico digital), y resulta que en plena huelga de guionistas tenemos Larry David por partida doble, el mismo día y con idéntica nocturnidad. Bienvenida sea esta pasión tardía de los programadores españoles por Larry David, un judío de Los Ángeles cuyas peripecias cotidianas políticamente incorrectas demuestran cuánto ha envejecido el humor judío y manhattaniano de Woody Allen.
Pero que ni los frikis del TNT ni los maduritos de La Sexta esperen en sus repetitivos estrenos grandes audiencias. Ese humor de Larry David es para minorías teléfilas de risa universal, y aunque sus situaciones no difieren mucho de nuestra arrasante Escenas de matrimonio, que machaca sin piedad cualquier competencia en el prime time, en esta oportuna y odiosa comparación entre series y guionistas de comedia local y cutre y ese humor cutre pero muy global de Larry David existe un abismo sobre el que deberíamos reflexionar y que en ningún caso puede medirse desde esa idiota enfermedad infantil que es el termómetro del audímetro.
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