La Transición que vino de la calle
Una exposición del CCCB rechaza la tesis de que todo se pactó desde arriba
Febrero de 1971. Reunión extraordinaria del Consejo Nacional del Movimiento: "¿Qué sucede en España?", pregunta cuatro veces durante su parlamento el consejero Baldomero Palomares. "El proceso de envalentonamiento social es claro", interviene Blas Piñar. "¿Dónde están nuestros pensadores políticos? ¿Por qué no salen? ¿Existen?", se cuestiona Emilio Romero.
"El régimen se debilita peligrosamente", asegura Pedro Nieto Antúnez... El desconcierto del régimen franquista ante los cambios sociales que vive el país es total; su discurso es el continuismo y, en 1976, el de los reformistas como Adolfo Suárez pasará por apropiarse de los valores y lenguaje de la ciudadanía.
La Transición española se forjó, pues, en la calle: nunca estuvo atada, ni planificada desde arriba. Ésta es la tesis que, contra el discurso oficial, mantiene la exposición En Transición, que el martes (simbólico 20 de noviembre) abre sus puertas en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). Está cargada de material gráfico inédito y con la perla de exponer, por vez primera, más de 300 fichas policiales y otras piezas de la antigua Brigada Político Social, incluido el siniestro taburete a-lo-garrote-vil donde se fotografiaba a los detenidos.
"No queríamos explicar el proceso que va de la muerte de Franco a la aprobación de la Constitución, discurso que ha quedado plasmado en los trabajos televisivos de Victoria Prego y por el que se deduce que políticamente todo estaba previsto, sino demostrar que la sociedad española ya estaba en transición; si no se hace así, se obvia todo el movimiento democrático popular previo", afirman al alimón los historiadores Ricard Vinyes y Manel Risques, quienes junto al ensayista Antoni Marí han ideado durante casi dos años y medio la exposición.
"Si el proceso acaba con cierta calidad democrática es debido a la sociedad española, que en los sesenta empieza a hacer transgresiones en sus proyectos políticos, culturales y de vida que crecen en los setenta; quizá no fueron conscientes, pero se dieron y demostraron al régimen que estaba en crisis", mantienen los comisarios. Vinyes y Risques recuerdan que 53.000 personas pasaron por el temible Tribunal de Orden Público entre 1963 y 1977.
Fiel a la teoría, la exposición no mostrará ni a un solo dirigente político. Ni a Franco. Ni al mítico timonel Suárez: "No tenía proyecto y cuando tomó iniciativas fueron rectificadas desde la calle, como demuestran el proceso de amnistía política o el Estatuto de Cataluña", aseguran los historiadores. Así, los casi 1.300 metros cuadrados de exposición se han dividido en ocho ámbitos.
- Huelga. El primer espacio significa "el centro del desconcierto del régimen y la demostración de que está en crisis", según los comisarios. Ahí se exponen casi una veintena de filmaciones de huelgas.
- Convivencias. "Se podía transgredir sin militar en un partido, la forma de vida era ya identificador". Según fotografías de álbumes familiares se resiguen, desde la mirada de la gente joven, los espacios domésticos, el de las comunas y el de los estudiantes.
- Comisaría. Las 300 fichas policiales de detenidos políticos cedidas por el Ministerio de Interior, así como la silla de posiciones prefijadas con las que se tomaban las fotos, simbolizan "el espacio de impunidad del régimen" y la sensación de masiva que tuvo la represión. La tortura está presente a través de material cedido por los familiares de Enrique Ruano, militante del Frente de Liberación Popular, que en 1969, según la versión oficial, se suicidó tras tirarse desde una ventana mientras era interrogado por la policía.
- Escuela. Un espacio de movilización: los maestros buscaban la renovación pedagógica.
- Psiquiátrico. Otra de las sorpresas. En Cataluña y en Asturias llega la revisión del concepto de locura y del manicomio apoyada en los escritos de Foucault, Derrida, Deleuze... El apartado muestra una documentación audiovisual inédita de manicomios españoles, así como de la mítica obra teatral Marat Sade, de Adolfo Marsillach, en su estreno en Barcelona en 1969.
- Escena musical. Los cantautores y el primer público punk simbolizan los cambios que muestran fanzines, singles...
- Representaciones. "Del asesinato de Carrero Blanco nunca hemos visto cómo quedó el Dodge real, sino que tenemos la imagen de la película Operación Ogro", constatan los historiadores. Realidad y representación: seis episodios de esos años son mostrados a partir de la intermediación de artistas como Juan Genovés, Jorge Oteiza y el Equipo Crónica.
- Preguntas a la Transición. Los discursos y algunas conquistas con la democracia quedan reflejadas en este apartado, al final del cual se permite a los visitantes dejar sus preguntas en un videomatón. Todas serán respondidas el último día de la exposición, el 23 de febrero.
- Itinerancia. La exhibición, coproducida por la dirección general de la Memòria Democràtica de la Generalitat, la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales y la Sociedad Estatal de Acción Cultural Exterior, viajará a Cádiz y Lisboa, pero de momento no a Madrid "porque no hay espacios disponibles", según los organizadores. Después se estudia su traslado a Buenos Aires y Santiago de Chile. A lo largo de la exposición, los obstáculos a la Transición son vistos a partir de humor gráfico de la época.
"Toda aquella movilización no tuvo reflejo exacto en las elecciones, y además se vivió una crisis económica brutal, con el 23% de inflación, que neutralizó muchas aspiraciones, como hizo también la oficialidad democrática", recuerdan los comisarios. Quizá por ello la muestra está diseñada apoyándose en andamiajes.
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