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Reportaje:

El radar hará memoria

Tras 80 días de busca infructuosa, los restos de ocho víctimas del 36 se localizarán con escáner

Si los hombres no son capaces de hacer memoria, las máquinas recordarán por ellos. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) recurrirá a un georradar para dar con los huesos de ocho represaliados que no aparecen. El aparato, que pertenece a la Universidade de Vigo, escanea el suelo y es capaz de detectar movimientos de tierra como los que se producen al enterrar un cuerpo.

Desde el 27 de agosto, hace 81 días, cuando se hincó la pala por primera vez en el lugar de O Amenal, en el concello coruñés de O Pino, la ARMH no ha dejado de insistir sobre la misma parcela. La excavadora ha ido abriendo trincheras en el bosque, arrancando pinos, volviendo a colocar todo en su sitio, empezando de nuevo en otra dirección. Así una y otra vez, sin dejar de pedir disculpas a los alarmados propietarios del terreno, que habían consentido la maniobra y luego casi se arrepienten.

Claudina, de 90 años, recuerda los muertos que se topó cuando iba al mercado
Todo cambió de lugar. Ardió el monte, talaron los robles y plantaron pinos

Entre el primer y el segundo día, con aperos manuales y al primer intento, los arqueólogos del equipo localizaron los huesos y los zapatos de tres represaliados por los fascistas, pero los otros dos vecinos de Boimorto que, con toda seguridad, cayeron ametrallados en el mismo lugar no quisieron emerger. Lo mismo sucedió una semana después, cuando se emprendió la búsqueda paralela de los otros seis compañeros, asesinados en Ames en la madrugada del día siguiente. Todos creían que allí iba a ser fácil, porque se sabía que los muertos habían sido enterrados junto a la iglesia de San Xoán de Ortoño en una fosa común. Pero tampoco ésta apareció. El camposanto había sufrido transformaciones cuando, inaugurado el nuevo cementerio, se produjeron varios traslados de cuerpos.

Así que ni rastro. En el caso de O Pino ya no queda ni un testigo vivo. En Ames, en cambio, ha aparecido Claudina Rodríguez, una mujer de 90 años. Eran las seis de la mañana del 21 de agosto del 36, al día siguiente de la matanza, cuando Claudina descubrió los cuerpos en una cuneta, camino del mercado. Ahora Claudina sugiere una nueva ubicación, bajo unas losas, en la que nadie había pensado. El radar dirá si su memoria no falla.

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Por su parte, en O Pino, sin testigos, el equipo de rastreadores se limitó a seguir los consejos de los vecinos de O Amenal, que recordaban lo que siempre se contaba en el pueblo. Algunos aseguraban que en el lugar del bosque en el que están enterrados los dos que faltan había un claro en el que luego se jugó al fútbol. Durante bastante tiempo, incluso, alguien se preocupó por cuidar aquellas tumbas, limpiando de maleza y hojas secas el espacio de tierra rectangular que cubría los restos.

Pero luego hubo un incendio y los carballos que servían de referencia fueron cortados. Hasta desaparecieron las raíces, y en su lugar se repobló el terreno con pinos y eucaliptos. Al cabo de 71 años, en esta parcela de monte aledaña al camino de Santiago, que se libró por los pelos de ser expropiada para un polígono industrial, ya no quedaba ni el atajo que tomaban los vecinos para coger el coche de línea. Para colmo de males, fueron muriendo los que mejor recordaban la posición de los cuerpos. Eran O Meimixe, O Listo y O Ghabrielo, los tres díscolos de O Pino que fueron obligados a cavar las fosas. Corrían los días de la malla y se encontraban en el campo. Los falangistas los escogieron a propósito, como enterradores, para darles un aviso.

Meimixe, Listo y Ghabrielo abrieron dos fosas. En la primera enterraron a los tres que han aparecido y en la otra, a los dos que no aparecen. Con ellos tendría que haber ido a parar un sexto vecino de Boimorto, José Cabanas, que escapó herido en un descuido de los falangistas. El testimonio de su hija, en septiembre, ha valido para que la ARMH, mientras los huesos recuperados esperan una prueba de ADN en Euskadi con los de otros 50 represaliados, se figure a quiénes pertenecen. Los exhumados serían Ramón Sánchez, Ramón Vázquez y Caitán García. Así que los que siguen en la fosa tendrían que ser Isidro Filloi y su sobrino de 17 años: Andresito.

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