Plomo y azufre
La situación es alarmante pero no preocupante, el Ayuntamiento de Madrid no quiere preocupar a los ciudadanos, ni crear alarma social, por eso manipula con esmero las malas noticias sobre la calidad del aire que respiran los madrileños y maquilla con celo las predicciones del modelo informático que las realiza, modelo que avala y financia la propia institución. La web municipal efectúa una faena de aliño con las cifras y desdramatiza de forma sistemática la coyuntura ambiental, al fin y al cabo tenemos que seguir respirando todos de lo mismo y más vale que no sepamos lo que todos los días nos metemos, como si nada, entre pecho y espalda, porque si lo supiéramos todavía respiraríamos mucho peor, ya que la angustia atenazaría nuestros pulmones.
Se percibe la espesa manta de color de asfalto que arropa a la ciudad
La angustia atenaza, estos días de azufre y plomo, al doctor San José, responsable del modelo informático que predice la calidad del aire, sus clientes del Ayuntamiento le deben pagar, sin rechistar, sus debidos emolumentos, pero luego se pasan por el arco de la Moncloa sus predicciones. "A mí la predicción para hoy me daba un nivel rojo", comentaba, algo escamado, el científico en estas páginas, sobre el azul de la web supuestamente alimentada por sus datos, que predecía un nivel "admisible" de polución. Admisible, porque de ser inadmisible estaríamos todos muertos o respirando por un tubo, admisible porque los madrileños tenemos muy buenas tragaderas y estamos tan acostumbrados al aire basura que incluso a lo mejor nos sentaba mal respirar un aire demasiado limpio, como le ocurría al veterano oficinista madrileño de un relato de Wenceslao Fernández Flórez al que el jefe invitaba, con una de esas ofertas que no se pueden rechazar, a salir de excursión al campo con sus compañeros de encierro y al que tenían que reanimar sus colegas echándole humo de puros y cigarrillos en la cara.
El aire de Madrid es tan sutil que mata a un hombre y no apaga un candil, ésta es cosa sabida y probada desde hace mucho. Sir Richard Wynn, un baronet galés que visitó la villa en 1623 formando parte del séquito del príncipe de Gales dejó escrito que en las calles había tantos desechos arrojados desde las casas "que casi nos envenenamos". "Mostré deseos", continúa, "de saber por qué soportan una costumbre tan horrible; dicen que lo prescriben sus doctores, pues mantienen que el aire es tan penetrante y sutil que esa manera de corromperlo con vapores perniciosos lo mantiene en su composición debida. No obstante, esos desagradables olores, jamás ha habido una plaga en la ciudad". Y nunca la habrá, o al menos nunca será declarada como tal por el Ayuntamiento que vela, ya que no por la salud de nuestros cuerpos, por la de nuestras mentes con la confortadora ignorancia, y maquilla la ética con la cosmética.
Hace un día espléndido, ya verás como viene alguien y lo jode, se dicen los responsables de la web municipal antes de que el catedrático San José venga a perturbarles con sus apocalípticas predicciones. Por las ventanas de su despacho entran los rayos de un sol algo mortecino, pálido y grisáceo si tuviéramos otro sol con en el que compararle. Desde la ladera sur de la sierra de Guadarrama, en la que luce un sol sin desmayo, aunque vaya usted a saber los niveles del ozono troposférico, se percibe la espesa manta de color de asfalto que arropa a la ciudad alegre y confiada cuyos habitantes respiran siempre un aire admisible, que aprieta, pero no ahoga más que a unos pocos, los que ya están hechos polvo.
El Ayuntamiento, lo cortés no quita lo bizarro, ha reconocido estos días que borra sistemáticamente los peores datos de contaminación porque no son jurídicamente relevantes, o sea, que aunque nos engañen de forma igualmente sistemática, nunca podremos llevarles a los tribunales y exigirles responsabilidades. Los niveles de óxido de nitrógeno que se han triplicado en las últimas semanas los tendría que haber causado el tráfico, pero en Madrid esto es imposible porque en Madrid el tráfico ha mejorado una barbaridad, gracias a la obra de la M-30 la velocidad del tráfico en el centro ha aumentado, señala el alcalde, ahora se contamina mucho más deprisa. El próximo modelo informático sobre contaminación mejor se lo encargan al primo científico de Rajoy y así se ahorran una pasta en maquillaje.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.