Beckett de tú a tú
A Beckett hay que tutearlo. Cuando su teatro se mira desde abajo, parece solemne y abruma. Es mejor cogerlo de frente, con el debido respeto, pero sin bajar la mirada. Mira a Beckett a los ojos y verás un rostro familiar bajo un tupé indómito: es alguien a quien podrías encontrarte en zapatillas en la escalera. Peter Brook lo trató en París, y le montó sin reverencias Final de partida y Días felices. Ahora ha reunido cuatro microdramas suyos y un poema en un espectáculo de una hora que cuenta mucho y sabe a poco.
El director británico y sus tres estupendos intérpretes se permiten introducir unas cuantas variaciones sobre las didascalias de Beckett, tan minuciosas. Sobre todo, en Acto sin palabras II, pantomima sobre el hombre moderno, aferrado a cosas pequeñas y zarandeado por fuerzas que no controla, donde Marcello Magni y Jos Houben dan un recital de clown. Aquél interpreta a un hombrecillo enfurruñado y torpe, peleado con todo lo que toca: cuando se viste, está a punto de meter las dos piernas por la misma pernera, acaba calzándose el pantalón del revés y al ponerse la chaqueta pierde el sombrero. Todo esto, absolutamente a propósito del texto, es invención de Magni. El personaje de Houben, en cambio, vive con ligereza. Son un pesimista y un optimista, enredados en un círculo vicioso.
Fragments
Sobre textos de Samuel Beckett. Dirección: Peter Brook. Teatro de La Abadía. Madrid. Hasta el 14 de noviembre.
La pieza de mayor impacto es Rockaby, con Kathryn Hunter desgranando, como una letanía, el repliegue sucesivo, hasta la extinción, de una mujer que, en el original, está sentada en una mecedora, y que Brook coloca de pie, evocando cuando todavía esperaba encontrar su otro yo, y tomando, por fin, la decisión de dejarse morir.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.