El Ayuntamiento borra de su 'web' datos de contaminación nociva para la salud
La medición que demuestra que Recoletos superó el umbral de alerta desaparece del informe oficial - El tráfico causa un nivel peligroso de polución
Los peores datos de contaminación que miden las estaciones del Ayuntamiento de Madrid desaparecen de la web y nunca quedan registrados. Así ocurrió el pasado lunes en la estación del paseo de Recoletos, que superó durante más de tres horas el umbral de alerta a la población, como denuncia Ecologistas en Acción. Pero las dos horas con una concentración un 50% superior a la considerada peligrosa para la salud no quedaron registradas en el informe oficial del Ayuntamiento. Una portavoz de la Concejalía de Medio Ambiente afirmó ayer por la tarde que desconocía el caso y que no podía explicar si la ausencia de datos se debió a un error.
El caso deja en evidencia no sólo la transparencia del Ayuntamiento, sino su gestión. En los últimos años, el alcalde solía justificar las superaciones de los máximos permitido por el lejano polvo del Sáhara o las obras de la M-30. Pero esta vez el contaminante es dióxido de nitrógeno, un producto exclusivo del tráfico y las calderas, y llega con la M-30 abierta y con el plan anticontaminación en vigor.
Una anomalía atmosférica y la falta de lluvia empeoran el aire
El pasado lunes, la estación de calidad del aire de Recoletos, como las de toda la ciudad, registró niveles alarmantes de contaminación. El tráfico masivo, la puesta en marcha de las calderas y un fenómeno atmosférico que trae sol pero que apenas renueva el aire, conocido como inversión térmica, dispararon la polución. Conforme avanzaba el día, las concentraciones de dióxido de nitrógeno, tóxico para los pulmones, subían de forma inexorable.
A las siete de la tarde, la estación del paseo de Recoletos midió 413 microgramos por metro cúbico. A partir de 400 microgramos se considera que hay peligro para la salud y si ese umbral se supera durante tres horas seguidas en una zona, el Ayuntamiento debe alertar a la población del riesgo existente. Como en el resto de estaciones, el nivel debía seguir subiendo. Efectivamente: a las ocho de la tarde el nivel superaba ya los 620 microgramos y a las nueve de la noche superaba por poco los 600, según la gráfica a la que ha tenido acceso EL PAÍS. A las diez de la noche, el nivel seguía en 417 microgramos (por encima de los 400) y una hora más tarde bajó hasta los 154.
En total, más tres horas por encima de lo permitido: desde antes de las siete hasta pasadas las diez de la noche. Los datos aparecieron en la gráfica móvil que la Concejalía de Medio Ambiente cuelga en la web. Pero horas después, los dos niveles máximos desaparecieron de los datos consolidados que los ciudadanos se pueden descargar de Internet y que sirven de referencia para conocer la polución en la capital. Las dos horas clave, con concentraciones muy por encima de lo exigible, desaparecieron del fichero oficial del día, el que se remite al Ministerio de Medio Ambiente y a la Comisión Europea para que evalúe la calidad del aire.
El dióxido de nitrógeno es un gas producto del tráfico y de las calderas de carbón que afecta sobre todo al aparato respiratorio: irrita alveolos pulmonares y vías aéreas, puede reducir la capacidad pulmonar y cuando hay altos niveles aumenta el número de ingresos hospitalarios.
Es difícil fijar un nivel a partir del cual la salud se ve afectada (una concentración muy alta durante poco tiempo equivale a una menor durante más horas), por lo que una directiva europea fijó distintos niveles aceptables. En 2006, la media anual permitida era de 48 microgramos, y la registrada en Madrid fue de 61, un 27% superior a lo permitido. Tres estaciones, Barrio del Pilar, Marañón y Luca de Tena, superaron el máximo horario permitido.
Además, hay un umbral de alerta para cuando se alcanza una concentración peligrosa para la salud. El Ayuntamiento debe avisar a la población si durante tres horas seguidas se superan los 400 microgramos en una zona. Ese nivel no tiene precedentes conocidos hasta el pasado lunes en Recoletos.
En este caso, y por muy poco, el Ayuntamiento no tenía obligación legal de dar la alerta, ya que el paseo de Recoletos pertenece a una zona con otra estación funcionando, Marañón. Contando con ésta, el nivel máximo se superó dos horas, las dos que desaparecieron de la web. Una más y la alerta habría sido obligatoria, aunque es muy improbable que se hubiera dado.
Los ecologistas consideran que el Ayuntamiento debería haber lanzado la alerta. Juan Bárcena, de Ecologistas en Acción, denuncia lo absurdo de la norma: "Si la estación de Marañón hubiese estado rota sí tendría la obligación legal. La gente que vive en Recoletos ha respirado dosis peligrosas y no han sido advertidos, ésa es la realidad".
Sobre la desaparición de los peores datos de polución, Bárcena sostiene: "Nos parece un asunto grave que el Ayuntamiento tiene que explicar. Está claro que la estación no dejó de funcionar, pero los datos han desaparecido. Continuamente, el Ayuntamiento está minimizando el problema y dando los datos de forma confusa para que los madrileños no sepan cuál es la calidad del aire".
En cuanto hay una semana sin lluvia y de sol en invierno la contaminación se dispara en Madrid, que tiene el aire más sucio de España. Pero mientras otras capitales europeas optan por peatonalizar y por reducir el uso del coche, Madrid ha soterrado y ampliado una autovía urbana, la M-30, y la ha bautizado como si fuera una calle. El Ayuntamiento aprobó en 2006 una estrategia para mejorar la calidad del aire y los estudios que encargó -no hizo evaluación ambiental- previeron que reduciría la contaminación. Como muestra la estación de Recoletos.
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