"Ya aprendí a sacar lo máximo con lo mínimo"
Rapidez y destreza. Vicente Todolí maneja los palillos con destreza, atrapa las judías verdes mojadas en sopa de miso con rapidez. El bullicio del mercado londinense de Borough se cuela levemente en este japonés fusión abierto a la calle pero protegido por una maceta de bambú. Éste es el lugar al que viene a refugiarse el hombre que desde hace cinco años dirige la catedral europea del arte contemporáneo, la Tate Modern. Elige la mesa del fondo, la más escondida, la más luminosa, y pide la carta de sake, el licor japonés.
Este valenciano de 49 años lleva cinco al frente de la Tate Modern, en Londres
A sus 49 años, este valenciano ilustre tiene paladar para el arte y arte para enfrentarse a la comida. Le gusta picotear. Picotear en el almuerzo, picotear en los lugares, picotear en las conversaciones, picotear en la vida. El hombre que cimentó su carrera en sus años al frente del Instituto Valenciano de Arte Moderno, codo con codo con Carmen Alborch, y que luego despegó rumbo al Museo Serralves de Oporto, antes de aterrizar en Londres, es un sibarita y un cocinero creativo. "Esta noche organizo uno de mis duty free dinners, haré un risotto de navajas". Bautiza y realiza platos elaborados a partir de un ingrediente comprado en el aeropuerto e invita a los amigos. "Hace tiempo que aprendí a sacar lo máximo con lo mínimo".
Cenas, comidas, reuniones -esta mañana lleva ya dos-, estamos en el lugar al que acude a purificarse. "¿Usamos nosotros las reuniones, o nos usan las reuniones a nosotros?", se pregunta, e irrumpe su sonora carcajada. "Cuando voy a ver exposiciones, me gusta ir solo, anónimamente, para dig my hands into art [para sumergirse en el arte]". Sus frases son como ráfagas, su discurso es atropellado y lúcido: acelera, intercala frases en inglés, frena en seco, dispara.
"Esta mañana me he levantado a las siete y media, he tomado un té verde para tener algo de energía y he salido a correr". Por St. James Park, conectado a su iPod. "Para correr funcionan las canciones tipo himno, hoy escuchaba el A view to a kill, de Duran Duran, tiene marcha".
La programación de grandes exposiciones masivas en paralelo a propuestas poco convencionales ha sido una de las claves de su gestión. "Lo fundamental es que los que vienen a ver arte no se conviertan en fans, porque ésa es una opción totalmente acrítica", comenta mientras se acerca la camarera italiana, la que es fotógrafa. "El arte te enseña a tener un punto de vista, refuerza la visión del individuo sobre la presión de lo estándar. El ser humano se ha convertido en un ser consumator, pero al menos que sea un consumidor crítico".
Cinco años viviendo en Londres. Cinco años, fiel a su axioma: una vez al mes vuelve a casa; a Palmera, a Valencia. Lo impuso como condición antes de firmar su contrato. "Necesito pisar la tierra para tomar impulso".
Habla en italiano con la camarera. Le pide un libro que tienen en la barra. Si le preguntan si quiere postre, siempre da la misma respuesta: "No soy un tipo dulce", suena su carcajada.
Restaurante Feng Sushi. Londres
- Miso edamame: 3,75 libras (5,1 euros)
- Pulpo crujiente: 7 libras (9,45 euros)
- Rollo de Atún Nori: 8 libras (10,8 euros)
- Scallop sashimi: 10 libras (13,5 euros)
- Organic Tofu salad: 9 libras (12,15 euros)
- Super Premium Sake: 30 libras (40,5 euros)
- Total: 67,75 libras (91,5 euros)
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