Colegios abiertos para favorecer la conciliación
Tres centros no cierran los festivos para ayudar a los padres que trabajan
Un colegio para siete niños. Las aulas del colegio público Santo Domingo, en el distrito de Puente de Vallecas, abrieron ayer sus puertas para Naiara, Natalia, Nerea, Luis, Álvaro, Paula e Isabel, de entre tres y seis años. Eran muy pocos pero disfrutaron de un día de juegos y manualidades. Mientras, sus padres trabajaban en un viernes de puente. El Santo Domingo fue uno de los tres colegios elegidos, en tres zonas distintas de Madrid, para abrir ayer, junto con el Patriarca Eijo Garay (Chamartín) y el Breogán (Fuencarral-El Pardo). Menos de 40 niños, según fuentes municipales, fueron ayer al cole en toda la capital. En la región abrieron 118 centros. En Coslada y Alcalá de Henares hubo 11 colegios que favorecieron la conciliación de la vida laboral y familiar de 7.30 a 15.00.
"Hemos ponido las patas con las pajitas, y los ojos de plástico", explicaba Natalia, de seis años. En sus manos tenía una araña construida con plastilina y pajitas de sorber refresco. "¿Sabes qué?", repetía ansiosa, "¡hemos salido al patio! ¿Y sabes qué? Hemos cantado el cocodrilo". Y tarareaba con sus compañeros: "Cocodrilo tiburón...".
"¡A comer!", ordenaban las dos monitoras, Ana María Varea, de 26 años, y Esther Ruiz, de 24. En una esquina del inmenso comedor, los niños devoraban sus macarrones y bocatas. "Se tienen que traer la comida de casa", explicaba Ana. Es el único gasto. Apuntar a los niños de entre 3 y 12 años al Programa de Centros Abiertos del Ayuntamiento de Madrid y la Consejería de Educación es gratis. La Administración invierte 13,8 millones de euros anuales.
Las monitoras tienen mucha vocación. Sara Gil no trabajaba ayer, pero también estaba con los niños. "Me gustan mucho. Y lo puedo compaginar con mis estudios de arquitectura técnica", explicaba. Es la combinación más habitual. Gente joven que disfruta con los peques al tiempo que gana un dinero currando "seis horas semanales" o más.
Tras la comida... a pintar la pizarra. Esther, la monitora, dibuja una raya curva. "¡Es un coche!", dice un niño. Esther dibuja otra raya y una de las niñas acierta: "¡Un paraguas!" "¡Muy bien! Punto para Naiara".
A las 15.00 llegan los padres. Javier González es el de Natalia y Nerea. No es primerizo en esto de traer a sus hijas al colegio en vacaciones. "Vinieron en Navidades, pero en verano no había sitio", explica, evidenciando que no siempre las plazas ofertadas son suficientes para la demanda. "Mi mujer y yo tuvimos que pedir meses alternos de vacaciones", lamenta. Era la única manera de cuidar a las niñas. Mari Fe Pulido, coordinadora de las actividades en la zona sur de Madrid, reconoce que "no hay suficientes plazas". Marta Bermejo, la madre de Paula y Álvaro, estaba encantada con el colegio: "Me viene muy bien. Somos de fuera, trabajamos y no tenemos con quién dejarlos". Ella tampoco encontró sitio en verano: "Pagué 300 euros en una privada".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.